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No se extrañan los sitios sino los tiempos. Este que ya expira dejará nuevos recuerdos en el anciano y el niño, en el veterano y en el neófito. Como a la Semana Santa de Sevilla se le fue robada la mitad de sus primeros días ... por una lluvia que encogía el corazón ante otro posible año desastroso para las cofradías; y tras un Jueves Santo, Madrugada y Viernes Santo impecables –salvo el incidente en Relator y las dudas despertadas por los aforamientos y los cortes de calles– este Sábado Santo la capital hispalense se resistía a que llegara la Pascua. Numeroso público, sevillanos, regresados y fóraneos, coincidían de nuevo en la calle para arropar a las cinco hermandades de la nómina de esta penúltima jornada plena.
Poco antes de las 14.30 horas los tambores de la banda Nuestra Señora de la Esperanza anunciaban uno de los estrenos más destacados de este Sábado Santo. El paso de la hermandad del Sol por los jardines de Murillo, estampa apropiada por la Candelaria que el ya lejano Martes Santo arrebató el granizo. Aprovechó la corporación de El Plantinar para lucirse ante lugareños y especialmente turistas que se iban agolpando en el margen del Paseo de Catalina Ribera a la llamada de la 'Aurora' y 'Siempre Macarena', las marchas escogidas para el rápido y triunfal transitar del palio al lado del lienzo de muralla del Alcázar. «Qué casualidad», decía gratamente una visitante a su familia mientras corría paralela a la Virgen del Sol, como muchos otros, móvil en alto. Hay tiempos que se alinean con el lugar y se vuelven inolvidables.

Casi al mismo tiempo que el cuarteto de viento de la Capilla San Telmo abría solemne el cortejo de los Servitas en la capilla de los Dolores, la primera de las cuatro agrupaciones que acompañaban a la Trinidad se abría paso por la Ronda Capuchinos ante varios de los centenares de personas que cada Sábado Santo se apostan en la puerta de la basílica de María Auxiliadora. «Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidan porque el reino de los cielos es de los que son comos ellos», dijo Jesucristo. Y alrededor de la estatua del santo fundador salesiano se arremolinaron pequeños fieles. Familias enteras y un barrio entero volcado con el Decreto, el Cristo de las Cinco Llagas salido de la gubia de Álvarez Duarte y la Virgen de la Esperanza. La casi imperceptible lluvia que a esa hora hacía acto de presencia no arredró ni a chicos ni mayores. Los tiempos incardinados en la infancia resisten cualquier envite del olvido. Las gotas duraron lo que medió entre la salida del primero y el segundo paso de la hermandad, que culminaba el inicio de su estación de penitencia con la 'Mirada de esperanza' interpretada por la Oliva de Salteras. «No defrauda», reza el cartelón colgado en la segunda cancela del recinto trinitario acompañando la imagen de la titular en el Año del Jubileo.
Con una de las múltiples marchas dedicadas a los Servitas, el 'Siervos de tus dolores' de Fulgencio Morón, la madre dolorosa sostiene al hijo yacente en una larga chicotá en busca del convento de Santa Ángela, donde las monjas también dan sustento a diario. Entre la cerámica de la Amargura y la fulgurante imagen de la Macarena, con la marcha fúnebre de fondo, el espacio nos invita de nuevo al tiempo de la Esperanza. El recogimiento de esta hermandad en este espacio contrasta a unos metros con el de la Plaza de la Encarnación, a rebosar cuando el cielo otra vez enlutado casi se confundía con el gris de la las escaleras de la infraestructura gigante que proyectó Jürgen Mayer. Hay tiempos a los que le separan siglos que confluyen en un lugar y crean un segundo eterno. Y tiempos que se suceden sin solución de continuidad como una Campana que abrió El Sol y a la que siguieron en un tiempo cronometrado las otras dos hermandades en la calle. La cuarta, el Santo Entierro, recortaba seis minutos en el palquillo pese a su corto recorrido desde San Gregorio para poner el contador en negativo.
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El Sol: Protagonizó uno de los estrenos de la jornada al pasar por los Jardines de Murillo en su camino hacia la carrera oficial. Mucho público también a la vuelta, para ver su recogida en El Plantinar.
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Los Servitas: La exquisitez de su música sobrecoge al paso del Cristo de Providencia y la Virgen de los Dolores. Algunos ejemplos son 'Ione' en una abarrotada plaza Cristo de Burgos o 'La Madrugada' de Abel Moreno en la entrada.
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La Trinidad: Arrastró desde el principio a mucho público atraído por el imponente cartel de bandas: Cigarreras, Tres Caídas y Oliva de Salteras.
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Santo Entierro: Todo es justo en esta corporación. Sobria, elegante y medida en los tiempos.
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La Soledad: El extenso cuerpo de nazarenos sigue creciendo cada año y ya pasa el millar. Estrenó nombre en la plaza que, a oscuras, anunciaba la Aurora.
La ciudad entera volcada en las Setas, con las sillas llenas y San Lorenzo repleto de gente de pie. La riada de transeúntes cruzando la plaza de uno y otro lado impacientaba a los que llevaban más de dos horas aguardando a la Soledad, que se encontraba con el Señor de Sevilla 50 minutos después de que saliera la cruz de guía. Hay un tiempo que da otra oportunidad, y si el martes el Dulce Nombre no pudo rebasar el dintel de esta misma iglesia por la amenaza meteorológica, ayer el barrio se resarció con un ambiente de día grande. El largo cortejo de nazarenos, que alcanza el millar, lo encabezaba un nutrido grupo de monaguillos, muchos bebés, en una imagen que, como la Canina, nos habla del tiempo en el que la vida vence a la muerte. Con el recuerdo a El Sacri, la recogida a oscuras –«entre las 12 y la 1»–, por el lado de la plaza recién estrenada con el nombre de la titular anunciaba la Aurora. No daba paso al final, sino a un tiempo nuevo.