Si alguna vez escribí sobre cómo el Perú se había convertido en el “país del mínimo indispensable”, viviendo de lo que se puede hacer y no de lo que se debe hacer, ahora podría decir que es el país que ha pasado a vivir de sus reservas al goteo en democracia, institucionalidad y soberanía, para no citar en qué cosas más.

Con una democracia al goteo, marchamos a una elección entre el tumulto de 43 partidos al goteo, persiguiendo el poder en porcentajes de adhesión popular al goteo. Con una institucionalidad al goteo, la erosión acelerada de nuestro Estado de derecho es incontenible. Y con una soberanía al goteo, los pactos internacionales sobrepasan arbitrariamente los fueros nacionales al goteo que nos sostienen.

Así como la muerte de Mario Vargas Llosa agranda el vacío ya enorme de la reserva política peruana al goteo, el asilo concedido a la ex primera dama Nadine Heredia revela cómo algunas fallas del sistema judicial peruano al goteo pueden servirle a la sesgada diplomacia del Brasil, otrora ejemplo de solvencia jurídica, para rodear de impunidad una falsa demanda de protección de derechos humanos no precisamente afectados.

Privados de un sistema de partidos y encorsetados por un manojo de leyes confusas y dispersas no tenemos más remedio que ampararnos en la autoridad al goteo del JNE. Es más: volcadas las precandidaturas presidenciales y legislativas al goteo a mover los rodillos al goteo de sus respectivas campañas electorales, apenas podemos esperanzarnos a futuro en programas de gobierno y gobernabilidad al goteo.

Mientras otros países pueden exhibir básicas reservas presidenciales en quienes tuvieron la responsabilidad de gobernarlos, las reservas presidenciales nuestras, entre quienes apenas completaron sus mandatos y quienes los vieron interrumpidos, atraviesan procesos fiscales y judiciales o cumplen prisiones efectivas o preventivas.

¿Podrán alguna vez las reservas al goteo en la fiscalía y en el Poder Judicial distinguir, en los procesos a su cargo, cuándo una tipificación de lavado de activos procede y cuándo no? ¿Cuándo ambos organismos deben abandonar más temprano que tarde la persecución ideológica y política para honrar a una cabal y rigurosa justicia? ¿Cuándo fiscales y jueces eficientes y probos al goteo van a evitar mezclarse con aquellos otros ineptos y venales en abundancia que enlodan la imagen institucional de la judicatura?

Un gobierno y un Congreso con funciones al goteo y un calendario político electoral al 2026 al goteo, que parecen haber encontrado la fórmula perfecta de entendimiento y cohabitación, sencillamente no van a encontrar la manera de construir, junto con la fiscalía y el Poder Judicial, una estrategia exitosa contra el crimen organizado si es que ambas entidades no comienzan por fortalecerse hacia dentro de modo coherente y coordinado.

El manejo judicial y diplomático del Caso Heredia nos deja la triste impresión de estar viviendo de reservas democráticas e institucionales al goteo.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Reservas al goteo, por Juan Paredes Castro | OPINION | EL COMERCIO PERÚ


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