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El alcalde Mayer Mizrachi logró que el Concejo de Panamá aprobara la creación de una empresa municipal con autonomía financiera y administrativa. La propuesta, presentada como parte de una modernización tecnológica, fue avalada sin discusión previa en comisión, pese a las múltiples dudas que genera.
No se discute la necesidad de digitalizar procesos y brindar mejores servicios municipales. Pero sí se debe cuestionar el procedimiento apresurado y la falta de controles que caracterizan esta iniciativa. La nueva sociedad anónima podrá contratar, adquirir bienes, manejar fondos y tomar decisiones al margen de la estructura municipal tradicional. ¿Quién supervisará sus operaciones? ¿Cómo se evitarán los conflictos de interés?
El modelo recuerda prácticas clientelistas disfrazadas de eficiencia, donde lo público se gestiona como negocio, pero sin la transparencia del sector privado ni la fiscalización del Estado. La digitalización no puede ser excusa para debilitar la rendición de cuentas. Antes de crear estructuras paralelas, es urgente fortalecer las existentes. Porque sin controles claros, la innovación puede convertirse en opacidad. Hoy por hoy, la democracia municipal merece más debate y menos imposición.