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Hay veces que se yerra. Y otras que… qué mala pata. La Razón publicó el lunes en portada un titular acorde a la Semana Santa. “El Papa Francisco, resucitado”. Amén. La noticia —ahora, claro, qué fácil es opinar y escribir sobre esto— decía que como el Santo Padre había salido al balcón del Vaticano en silla de ruedas, pues obviamente se visibilizó “una lenta, pero paulatina mejoría”. Qué iba a ser. Ya dentro de la información se hacía un pequeño análisis con cuatro preguntas y respuestas. “¿Está el Papa recuperado?, ¿cuánto margen de mejora tiene?, ¿está gobernando a medio gas?, ¿tiene preparada alguna sorpresa inmediata?”. La sorpresa era—que aquí nos conocemos todos— que este domingo quería presidir una misa donde se iba a canonizar a un adolescente italiano que falleció de leucemia con 15 años en 2006.
Hubo mucho revuelo en redes con este titular tras la repentina muerte del Papa el lunes. Y en el país en general, y en el mundo, qué narices. Esto es el abc de la profesión. La Razón, eso sí, tituló al día siguiente: “Adiós, Francisco”. Y sin preguntas. La muerte, al final, es una lotería. Pero —esto es hilar y lo demás son tonterías– otra noticia de El Mundo ha causado una gran conmoción en España. Titular: “Una juez da la razón a una abogada que denunció que 56 números cantados en la lotería de Navidad no estaban premiados”. Tela. Telita. Y amén también.
Casi dos millones de visualizaciones tuvo el tuit. Miles de respuestas. Primera: “La lotería era la única inocencia que nos quedaba, malnacidos socialistas”. La culpa no iba a ser del Papa. “Esto es tremendo, tremendo”. Tremendo sería leer la noticia. “Debería abrir telediarios y salir en toda la prensa de este país, pero se tapará”. Pues como siempre. Resulta que los niños de San Ildefonso cantaron mal 56 números en 2021. Hubo gente que escuchó su décimo por la tele y cuando fueron al banco a cobrarlo, no había premio, ni pedrea, ni suerte. Un chasco, vamos. Socialismo malnacido, en definitiva.
La abogada que ha ganado este caso es la catalana Olga Mayoral. Mayoral, de 35 años, cuenta por teléfono que nunca había estado especializada en asuntos ildefonsianos. Que todo empezó en 2021, cuando un cliente entró a su despacho y le dijo que los niños de San Ildefonso habían cantado su número y él no se había llevado ni un euro. El señor le llevó hasta el fragmento en vídeo donde, efectivamente, se escucha su décimo. “Esto nos pareció un poco surrealista”, recuerda la letrada. Total, que se puso a investigar y resulta que aquel año hubo 56 errores. Se cantaron unos números, pero se premiaron otros. España, vamos.
El fallo, humano, se produjo por la falta de mantenimiento de algunas bolitas. El cero se confundió con el ocho. El siete por el uno. Y así. Al final, tal y como dice el reglamento de las loterías, el número premiado es el que aparece en la extracción y no el que se canta, aunque esto pueda llevar algún disgusto. Un VAR sería lo suyo. La sentencia dice que existió una negligencia por parte de los interventores de Loterías —los que se sientan en la mesa al lado de los niños— que deberían haber corregido en voz alta a los chavales para así evitar las amarguras. No habrá resarcimiento económico para los premiados de oídas. Vamos, que da un tirón de orejas y santaspascuas.
Un portavoz de Loterías cuenta por correo electrónico que, aunque no comparten toda la sentencia, lo que se demuestra es que no hay opacidad en el sorteo. “Esto es una victoria moral”, dice la abogada Mayoral que, por cierto, no ha jugado nunca a la lotería. Hace bien. Yo voy a echar el euromillón, que mañana es viernes.