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Ucrania y Estados Unidos han celebrado este jueves los beneficios mutuos que van a obtener del pacto millonario de explotación del subsuelo de la antigua república soviética. De esta forma, ambas partes escenifican cierto deshielo tras semanas altamente turbulentas por diferencias en torno al camino que debe llevar la paz al país invadido por Rusia. Washington, el principal pilar de la ayuda exterior recibida por Kiev durante la guerra, va a seguir prestando apoyo (armas, municiones, tecnología o entrenamiento), aunque desde ahora lo hará recibiendo como contrapartida los rendimientos del conocido como acuerdo de los minerales. Al mismo tiempo, se va a allanar el camino de la reconstrucción de Ucrania, aunque esta sigue lejos todavía en medio de posturas muy alejadas entre las partes en conflicto.
Por el momento, la entente alcanzada en Washington a última hora del miércoles era condición indispensable de Estados Unidos para seguir comprometido con las negociaciones para acabar con la contienda. De esta forma, Ucrania facilita en parte que se pueda seguir avanzando en ese sentido.
El acuerdo finalmente no afectará a explotaciones y contratos ya en marcha. Así, se abandona la idea del presidente Donald Trump de que los recursos procedentes de la explotación de recursos naturales ucranios se destinen a pagar las decenas de miles de millones de dólares aportados por Estados Unidos desde el inicio de la guerra. Los términos del pacto firmados a última hora del miércoles en Washington por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, y la vice primera ministra ucrania y titular de Economía, Yulia Sviridenko, han acabado siendo menos sangrantes para Kiev que lo que parecía cuando, el pasado 28 de febrero, saltaron chispas en la Casa Blanca entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
Lo que iba a ser en principio una especie de decreto por el que el líder republicano se iba a adueñar de los recursos del subsuelo de Ucrania, ha acabado con una firma en la mesa de negociaciones. Eso va a permitir, una vez que entre en vigor –ha de pasar todavía por el Parlamento de Ucrania, lo que podría tener lugar a mediados de mayo, según la prensa local–, la creación de un fondo de inversión necesario para que el país se recupere de la invasión rusa, cuyo final sigue siendo incierto. Moscú ve la firma con cierto recelo, mientras que la Unión Europea la aplaude.
En concreto, se especifican un total de 57 minerales y otros productos como petróleo y gas natural de los que se van a beneficiar al 50% los dos países después de que, durante la primera década, las ganancias del acuerdo se inviertan plenamente en la economía local. Se abre también la puerta a que se vean beneficiadas terceras partes como la Unión Europea, institución a la que el acuerdo no cierra la puerta a Kiev. Como contrapartida, Estados Unidos va a ofrecer –aunque no se especifican detalles– apoyo a la seguridad, prosperidad, reconstrucción e integración en la economía global.
El documento, cuyos originales se han refrendado en ucranio y en inglés y han sido hechos públicos por las autoridades de Kiev, consta de un preámbulo, 11 artículos y un apéndice final. Queda reconocida la existencia de una Ucrania “libre, soberana y segura” que es dueña de los recursos naturales disponibles en sus tierras y en sus aguas. Así, no se hace referencia a ninguna cesión de territorio por parte de Kiev sobre Moscú, como viene barajándose en la hoja de ruta que Washington plantea para conseguir el fin de la guerra.
La semana pasada trascendió que la Administración Trump pretende que Kiev entregue a Moscú, admitiendo la legalidad de la operación, la península de Crimea, bajo ocupación rusa desde 2014; y que se desprenda de facto de cuatro regiones que se encuentran bajo control parcial de las tropas rusas (Lugansk, Donets, Jersón y Zaporiyia). El presidente Zelenski considera que esas cesiones son inconstitucionales.
El acuerdo firmado en Washington tiene como objetivo ofrecer ayuda financiera y material a Ucrania para superar la “gran invasión rusa” –expresión empleada varias veces en el texto– lanzada en febrero de 2022. De la misma forma, se establece que “aquellos Estados o personas que hayan actuado contra Ucrania en el conflicto no podrán beneficiarse de la reconstrucción”. Quedan dudas –no aclaradas en el acuerdo– sobre los territorios ucranios que, por el momento, Rusia ocupa y en los que sus autoridades o empresas explotan recursos naturales de manera ilegal.
El pacto supone un “importante hito” en la alianza con EE UU para “fortalecer la economía y la seguridad de Ucrania”, ha destacado el ministro ucranio de Exteriores, Andri Sibiha, en su perfil de la red social X (antes Twitter) tras conversar con su homóloga en la Unión Europea, Kaja Kallas, con la que, además, abordó los esfuerzos diplomáticos que se están desplegando para tratar de poner fin a la guerra.
La Comisión Europea da cuenta de las “disposiciones específicas” del documento que garantizan el proceso de adhesión de Kiev a la UE y, a su vez, permiten mantener los acuerdos bilaterales en curso, ha señalado el portavoz Thomas Regnier en declaraciones a Efe.
El acuerdo demostrará a Rusia que “no hay diferencia entre el pueblo ucranio y el pueblo estadounidense, ni entre nuestros objetivos”, ha señalado Bessent en declaraciones a la cadena a Fox. “Esta es una señal contundente para los líderes rusos y le da al presidente Trump la capacidad de negociar con Rusia sobre una base aún más sólida”, ha añadido. Desde Moscú, el expresidente Dimitri Medvedev entiende que Trump ha logrado “doblegar” a Kiev, que deberá saldar cuentas, según su opinión, por la ayuda recibida. El Kremlin, mientras tanto, guarda silencio.
La firma en Washington por parte del estadounidense Bessent y la ucrania Sviridenko había estado precedido de espinosas negociaciones, presiones y hasta una bronca que se pudo ver desde las televisiones y los teléfonos móviles de medio mundo en el Despacho Oval de la Casa Blanca entre Trump y Zelenski.