Albares se queda solo en la defensa del plan de rearme entre críticas por "apoyar al invasor marroquí" en el Sáhara


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Key Points of Albares's Defense

Spanish Foreign Minister José Manuel Albares presented the new Foreign Action Strategy in Congress, facing strong criticism regarding Spain's increased military spending and its stance on the Western Sahara conflict. He defended the plan, emphasizing its coherence and alignment with Spanish foreign policy principles, citing commitments to peace and human rights in various contexts, including Ukraine and Gaza.

Criticism and Opposition

Albares received criticism for several aspects: lack of explicit support for the democratic opposition in Venezuela, perceived silence regarding relations with Morocco, and a lack of progress on the Gibraltar agreement with the UK.

  • Military Spending: The opposition questioned the €10.471 billion increase in defense spending, expressing concern over potential social spending cuts and highlighting recent government failures.
  • Relationship with Morocco: Albares's claim of renewed friendship with Morocco drew unanimous rejection due to perceived abandonment of the Sahrawi people, with accusations of supporting the “invaders” of the Western Sahara.
  • US and China relations: The plan's balancing act between the US and China caused concern among political groups.
  • Migration policy: The government's approach to the migration crisis in the Canary Islands and Ceuta drew criticism from across the political spectrum.

Podemos and other left-wing parties criticized the increased military spending, advocating for closer ties with China and a rejection of what they called a “submissive strategy to the US” within NATO.

Right-wing opposition parties highlighted the lack of transparency and Spain's perceived decreased global influence.

Albares's Response

Albares emphasized Spain's increased weight within the EU, promoting the use of co-official languages in foreign policy and maintaining strong relations with the US, while simultaneously rejecting unilateral decisions by the US administration.

Despite calling for unity and state pacts, the new Foreign Action Strategy faced significant resistance from both parliamentary partners and opposition parties, primarily regarding migration policy and the Western Sahara.

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El ministro de Asuntos Exteriores ha presentado la nueva Estrategia de Acción Exterior, este lunes en el Congreso. A falta de dos días para la comparecencia de Pedro Sánchez en pleno, para dar cuenta del plan de rearme, y de tres para que se vote en el Congreso el decreto antiaranceles, José Manuel Albares visitaba la comisión del Congreso por la mañana y acudirá a la del Senado por la tarde.

El ministro se defendió de las acusaciones de "banal e intrascendente" reivindicando la "coherencia" y el "carácter propio" de su política de relaciones internacionales. "Somos un país comprometido con la paz y los derechos humanos", dijo, "y así lo ejercemos tanto en Ucrania como en Gaza".

Pero se encontró con críticas a la falta de apoyo expreso a la oposición democrática en Venezuela, los "silencios" que rodean la relación con Marruecos o la inexistencia de avances en el acuerdo con Reino Unido por Gibraltar.

Pero la insatisfacción de los grupos se centró en el plan de Defensa y el "juego" de España entre su socio natural, Estados Unidos, y el "rival sistémico" de la UE y de EEUU, China.

Ni los socios ni la oposición se creen que los 10.471 millones anunciados de aumento de gasto en Defensa se vaya a imponer "sin recortes". Los socios de izquierdas se refirieron al "gasto social", y la oposición de derechas, al "desastre en la gestión del Gobierno" tras el gran apagón del lunes pasado y el caos ferroviario de este domingo, en palabras del popular Carlos Floriano.

"No se trata de comprar más armas", dijo Albares. "Se trata de hacer lo que antes hacíamos juntos", con EEUU, "y garantizar los proyectos de vida de los ciudadanos en el modelo de vida europeo".

A todo esto, el portavoz del PP le recordó a Albares que "el Gobierno podría haber pactado la autonomía defensiva de España" con la formación de Alberto Núñez Feijóo. "Pero tendría que haber derribado el mismo muro con el que ahora pretenden enfrentar renovables con nucleares, para escapar de su responsabilidad en el apagón".

Albares se mofó de que los populares sacaran ese asunto y les criticó haber votado "en contra de la Comisión Europea". Y así, reivindicó el papel de España en la UE "con más peso que nunca", defendió de nuevo su campaña de hacer de las lenguas cooficiales uno de los ejes de su acción exterior, y la intención de su departamento de mantener "las mejores relaciones posibles" con los Estados Unidos de Donald Trump.

De hecho, logró el ministro decir a la vez que España "apuesta por el multilateralismo", rechazar las decisiones "unilaterales" de Trump (sin nombrarlo explícitamente en ningún momento) y no atacar la guerra arancelaria de EEUU, a la que calificó, simplemente, como "una nueva etapa política".

Del mismo modo, sostuvo también lo uno y lo contrario al reivindicar como una certeza "que es necesaria la unidad de la izquierda" en estos momentos geopolíticos, después de reclamar al PP "apoyo, porque no es la hora de hacer oposición, sino de unidad" en España y en Europa.

También hizo bandera de mantener "los mismos principios" en la defensa de la causa palestina en Gaza como en la invasión de Rusia contra Ucrania y comprometió el "apoyo incondicional" a Kiev. La agresión rusa fue obviada por Podemos y el BNG, y la posición respecto a Ucrania fue incluso criticada veladamente por Sumar, que señaló "el neoimperialismo" de Washington como consecuencia de "las crisis del capitalismo que nos lleva a un callejón sin salida".

Albares presumió de la "amistad renovada" con Marruecos, pero se topó con un rechazo unánime por el "abandono del Sáhara".

El ministro creó una dicotomía entre las "mejores relaciones de la historia con Marruecos", que calificó de primera prioridad, y "dejar que la solución en el Sáhara se retrase otros 50 años". Y centró la réplica en este punto sólo refiriéndose a los populares y a Vox. El PP le había afeado que respecto el Ejecutivo esté del lado "de los invasores" y haya "dejado tirado al pueblo saharaui". Y los portavoces de Vox llegaron a interrumpirle, llamándole "maleducado e insolente" por las alusiones de Albares a que "charlan entre ustedes y no se han leído el documento" del que se debatía.

En todo caso, ninguno de los grupos parlamentarios aceptó como buenas las explicaciones del jefe de la diplomacia española.

Todos le hablaron del aumento del gasto militar, y hasta el portavoz de su socio en el Gobierno, el exembajador ante la ONU, Agustín Santos de Sumar, aseguró que "en el marco de la OTAN no se podrá seguir respetando los derechos humanos". Muchos portavoces dudaron de la "trascendencia" de España en el mundo, exigiendo incluso una reforma de la ley de Acción Exterior. Y la mayoría acusó al Gobierno de "opacidad" o "falta de consenso", eso sí, por diversas razones y en distintos escenarios.

Quizá por diplomacia, Albares calificó el momento geopolítico actual de "decisivo" y, por ello, ofreció "pactos de Estado" y pidió "unidad política". Sin embargo, el ministro de Exteriores ofrecía una nueva Estrategia de Acción Exterior para los próximos tres años, que quedó atrapada en una pinza: sin apoyo de los socios parlamentarios y con el rechazo frontal de la oposición. Sobre todo, en lo referente a la política migratoria y al Sáhara Occidental.

La crisis de Canarias y de Ceuta hizo coincidir ambos extremos del arco parlamentario, por la "falta de humanidad" del Ejecutivo: la izquierda sólo por el "hacinamiento" de menores en centros de acogida; la derecha, también, por alentar la acción de las mafias con una "política de fronteras desprotegidas" que, sugirió el PP, se puede deber a la sumisión de Pedro Sánchez ante Mohamed VI.

"Está muy bien tener buena relación con Marruecos, pero el precio no puede ser abandonar al pueblo saharaui", le reprocharon de izquierda a derecha, todos los grupos. "Hagan caso al mandato de esta Cámara", advirtieron desde el portavoz de Bildu hasta el del Partido Popular.

La izquierda radical, esencialmente, rechazó "la apuesta por que Europa se responsabilice de su seguridad", en palabras del ministro. Es decir, el plan de rearme, como le llamaron todos. Y la oposición de derechas, sobre todo, lamentó la "falta de transparencia", de criterio y de influencia de España en el mundo.

Podemos advirtió de que votaría en contra del documento, del plan de inversión en Defensa y de unos eventuales Presupuestos "para la carrera armamentística". Exigió abandonar "la estrategia de sumisión a EEUU" en la OTAN, reclamó "acercarse a China" y criticó "el genocidio israelí en Gaza", la "connivencia y complicidad" con un Estado "terrorista" y los contratos que el Gobierno "ha seguido haciendo" con Israel, pese a las promesas del Ejecutivo.

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