Las crisis bursátiles son como las familias desgraciadas que Leon Tolstoi describe en Ana Karenina, “cada una es infeliz a su manera”. Poco tienen que ver las hipotecas subprime, que desencadenaron la cruenta corrección de 2008, con el crash fugaz provocado por la Covid y los cierres masivos de 2020. Menos aún con “la primera crisis bursátil autoinfligida de la historia”, como describe con sorna un gestor de fondos las severas caídas que desde el jueves pasado sacuden a los mercados financieros de todo el mundo.
La decisión de Donald Trump de ametrallar a amigos y enemigos con aranceles masivos a las importaciones ha desencadenado tres sesiones consecutivas de ventas masivas de activos de riesgo. Las acciones, el bitcoin o los bonos high yield queman en las manos de los inversores, lo que ha desencadenado un desplome en las valoraciones. El lunes, tercer día del apocalipsis bursátil, hubo caídas de más del 10% en varios mercados asiáticos, las Bolsas europeas y americanas también se tiñeron de rojo y los inversores profesionales empezaron a sudar y a darse cuenta de que esto va muy en serio.
Joaquín Casasús es director general de Abante Asesores, una firma que administra y asesora activos por 14.000 millones de euros. Con casi 30 años de experiencia en el sector financiero, Casasús está curado de espantos bursátiles porque “ya me ha tocado analizar la anatomía de muchas crisis”. Según relata por teléfono, “es en días como hoy por los que nos pagan. Invertir cuando todo va bien no requiere mucho talento humano”. Una parte de ese ganarse el sueldo tiene que ver con dar explicaciones a muchos clientes que están viendo cómo caen a plomo sus inversiones. “Hay que estar cerca de ellos y tranquilizarles para que no les dé por vender siguiendo el instinto más primario que hay, el miedo”, apunta el financiero.
Pero no se trata solo de acompañamiento, también de aprovechar las oportunidades. “Para los gestores de fondos es un momento muy interesante y delicado. Como dicen los ingleses, es la hora de atrapar los cuchillos que están cayendo”, explica Casasús, en referencia al riesgo de tratar de comprar una acción en pleno derrumbe. Con el interruptor de limitar riesgos accionado, todos los activos bursátiles están cayendo de forma indiscriminada y, en algunos casos, de forma injustificada. Hay empresas ligadas a la inteligencia artificial que han corregido un 20% en solo unas sesiones. Las siete magníficas (Apple, Microsoft, Meta, Alphabet, Amazon, Nvidia y Tesla) han perdido cinco billones de dólares (4,56 billones de euros) de capitalización bursátil en 2025. “También me parece que el ajuste que ha tenido la banca europea ha sido demasiado fuerte”. Según explica este especialista, “muchos hedge funds venden lo que pueden y, sobre todo, lo que les había generado más plusvalías, como la banca o las grandes tecnológicas”.
En esta autopsia apresurada de esta crisis del capitalismo financiero, los gestores de activos tienen claro quién ha jugado un rol clave: los fondos indexados o de gestión pasiva. Este tipo de vehículos de inversión se dedica a replicar la evolución de un índice bursátil (el Nasdaq, el Ibex, el Dax...). Su bajo coste ha hecho que tengan un enorme éxito. En Estados Unidos ya mueven el 60% de todo el dinero que se invierte a través de fondos de Bolsa. Este tipo de operativa hace que, una vez que empieza a bajar un valor, todos los fondos que replican los índices en los que esas acciones estén representadas, tengan que venderlas para reflejar la caída. “Lo más habitual es que sean los gestores de hedge funds quienes prendan la mecha, pero quienes contribuyen a que el incendio se propague a toda velocidad son los fondos indexados”, explica gráficamente un veterano gestor.
La tormenta financiera de los últimos días no solo ha afectado a la Bolsa. También los bonos emitidos por empresas han sufrido una notable corrección. Ignacio Dolz de Espejo, director de soluciones de inversión de Mutuactivos —el brazo inversor de Mutua Madrileña— detalla cómo en los fondos más conservadores de la casa están aprovechando para “aumentar la exposición a crédito, que llevaba tiempo muy sobrevalorado y que ahora nos parece que ha corregido en exceso”. Dolz recuerda cómo en Europa el diferencial que hay que pagar por la deuda corporativa de máxima calidad crediticia ha pasado de 51 a 85 puntos básicos en unas pocas sesiones, y en los bonos de peor calidad de 280 a 480 puntos básicos. “Aquí sí que vemos que hay oportunidades muy atractivas”.
En otras casas, las agresivas políticas internacionales de Donald Trump han llevado a plantearse una reasignación global de los activos. Es el caso de Myinvestor, el neobanco controlado por Andabank y que intermedia productos de inversión por valor de casi 5.000 millones de euros. Su director de inversiones, Ignasi Viladesau, responsable de las carteras de fondos, comenta cómo desde hace unos meses “decidimos ir revisando a la baja el dinero que asignábamos en cada perfil de riesgo a la Bolsa de Estados Unidos, mientras que aumentábamos el peso de la renta variable de Japón”. Ese retoque ha permitido reducir, ligeramente, las fuertes caídas que están sufriendo sus clientes.
Otro movimiento que va a hacer Viladesau en los próximos días es reducir la duración media de las carteras híbridas, aquellas que combinan gestión indexada y activa. “En estos días de crisis hemos visto cómo muchos inversores se han refugiado en emisiones del Tesoro de Estados Unidos a medio y largo plazo, lo que ha hecho que ser revaloricen esos bonos. Pero creo que ese movimiento ya está agotado”, apunta este especialista, ingeniero industrial y aeronáutico, así como estudios de gestión empresarial en el MIT de Boston. En su opinión, los aranceles anunciados por Donald Trump “son claramente inflacionistas”, lo que va a meter mucha presión a la Reserva Federal de Estados Unidos (su banco central) para que suba los tipos de interés, lo que depreciará la valoración de los bonos a largo plazo.
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