¿Qué le hizo explorador?
Todos nacemos exploradores y yo no me desvié de ese camino.
De manera extrema.
Soy noruego, a mí me llamaba la naturaleza. Cuando empecé a hacer expediciones, lo que más me interesaba era todo lo que estaba oculto más allá el horizonte.
Llegar más lejos.
Sí, ponerme a prueba; luego, la naturaleza me enseñó a volver mis pensamientos hacia el interior.
En 1990, se fue con Børge Ousland al polo Norte a pie y sin asistencia.
Estábamos inmersos en un horizonte de hielo y agua, no había nada más, surgió en mí una inmensa gratitud al poder comer cuando tenía hambre y dormir cuando tenía sueño.
¿Latas y más latas?
En un momento de hambre y agotamiento extremos, cayó del interior de mi guante una pasa, me arrodillé y la recogí con la lengua, y saboreé hasta la última molécula. Fue la comida más placentera de mi vida.
¿No le gusta estar en casita calentito?
Cuando estás siempre en casa, tienes todas las necesidades cubiertas y estás a gusto, la vida es más pequeña, más corta. Aprecias la vida en su magnitud cuando sales fuera y ves la naturaleza, porque el horizonte, tu horizonte, se ensancha.
En 1992, se fue solo al polo Sur, recorrió 1.310 km caminando.
Aprendí a relacionarme con el silencio, que me dio las mayores lecciones de mi vida, porque te dice quién eres. Es mucho más fácil dejarse llevar por el ruido externo y por el interno, el parloteo mental, pero, cuando conectas con el silencio, te descubres.
¿Qué ha descubierto de sí mismo?
Que dentro de nosotros albergamos un silencio que nos conecta con el mundo, yo lo encontré en la naturaleza: calma y perspectiva.
En una naturaleza muy silenciosa.
Sí, muchísimo, pero el silencio del que hablo es una vivencia personal que conlleva el hecho de maravillarse, y lo considero un recurso práctico para vivir una vida más rica que la de poner la tele y ver las noticias.
¿Y es necesario irse a la Antártida?
No, es un acto de introspección, yo por ejemplo lo hago cuando friego los platos. Evito las distracciones, no quiero pasatiempos. El silencio no es darle la espalda al mundo, es lo contrario: es abrirse al mundo y verse a uno mismo en ese mundo.
En 1994, ascendió al Everest solo y sin oxígeno.
Al llegar a la cumbre, pensé que debía darle un giro a mi vida, que no debía perseguir más metas. Necesitaba un descanso y un cambio de vida. En el descenso, tras esquivar múltiples peligros, mi sentimiento era de humildad.
¿Por qué humildad?
Tanto tiempo en la naturaleza te hace muy pequeño y muy humilde.
Bajó del Everest y estudió filosofía.
Sí, y tuve mi primera hija, una editorial, y empecé a escribir libros sobre el silencio, el caminar, y lo que me ha enseñado la supervivencia en condiciones extremas.
Comparta sus aprendizajes esenciales.
El placer de caminar es una mezcla de movimientos, de equilibrio, de curiosidad, de olores, de sonidos, de luz. Un sentimiento que se abre hacia el exterior.
Pero uno va con sus pensamientos.
Nuestro cuerpo viaja a la velocidad de nuestra mente. La lentitud te permite mirar a los ojos de la gente con que te cruzas.
Hábleme de su filosofía polar.
Madruga, marca tu rumbo, entrénate en el optimismo, ten algo que perder, aprende a no perseguir la felicidad, no tengas miedo a tu grandeza, aprende a estar solo.
En eso, es usted maestro.
He aprendido a ser mi mejor amigo. Mi filosofía también pasa por convertir la flexibilidad en un hábito, en dejar que los objetivos vengan a ti, aceptar el fracaso, encontrar la libertad en la responsabilidad; y no dejar la suerte al azar, reajustar tu rumbo.
¿No dejar la suerte al azar?
Si quieres algo, tienes que tenerlo organizado, bien preparado, pero, una vez tú has cumplido con tu parte del proyecto, la suerte entra en juego.
Ahora, pasados los 60, ¿qué le apetece explorar?
Vivimos tiempo de premura y ruido enloquecido, y no me refiero al volumen del sonido, que también, pero yo creo que el mundo puede cambiar, hay un refrán noruego que dice que incluso un ratón puede acabar comiéndose a un elefante.
Un refrán optimista.
Cada uno de nosotros, con nuestras pequeñas acciones, podemos contribuir, yo me centro en el cambio climático y la naturaleza.
¿Qué hace para sentirse a gusto?
Me levanto temprano, leo mucho, camino todo lo que puedo, y cuido y escucho a mis hijas, que son mi orgullo. No socializo mucho porque no me gusta perder el tiempo.
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