Así fueron los dos días frenéticos que terminaron con una cumbre del Gobierno y las eléctricas en la Moncloa | España | EL PAÍS


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The Power Outage and its Aftermath

The article details the events surrounding a major power outage in Spain, focusing on the government's response and the subsequent investigation into its cause. The outage, described as the largest in Spain's history, caused widespread disruption.

Government Response

Initially, the government prioritized restoring power, postponing inquiries into the cause until the next day. However, the following day saw demands for transparency from the government, directed at Red Eléctrica Española and major electric companies, due to perceived opacity and lack of cooperation in providing information.

A meeting was held at La Moncloa, where the government demanded collaboration, transparency, and a sense of national responsibility to determine the outage's origin. While companies pledged cooperation, distrust remained, prompting the government to pursue legal action to obtain the necessary data.

Impact and Speculation

The outage affected thousands, with around 35,000 people stranded on trains and numerous individuals trapped in elevators. Government officials were also affected, highlighting the widespread disruption.

Several theories circulated regarding the cause, including the possibility of a cyberattack, and the government's skepticism toward suggestions that the problem was linked to renewable energy sources or the lack of nuclear power. The article concludes with a focus on the upcoming political and economic battle to determine responsibility and prevent future events.

Financial Implications

The article emphasizes the significant financial stakes involved, with potentially massive indemnities for companies found responsible for any preventable errors. This incentivized a need for the government to obtain data from involved parties.

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El martes fue el día de la exigencia de explicaciones tras el apagón, mientras el día anterior se habían pospuesto por la emergencia. El lunes, en plena angustia por el mayor apagón de la historia de España, con el país casi paralizado, Pedro Sánchez se lo dijo muy claro a sus colaboradores. “Hoy solo hay una prioridad: que la gente vuelva a tener luz en sus casas cuanto antes. Mañana habrá otra más: entender qué ha causado la incidencia y evitar que vuelva a producirse”.

Pese a que desde el primer momento, en las primeras reuniones en Red Eléctrica, los ministros presentes y el propio presidente ya vieron que los técnicos no tenían respuesta a la mayoría de las preguntas que les planteaban los políticos, y especial la más evidente: ¿cómo ha podido pasar algo así?, Sánchez y su equipo decidieron dejar esas dudas para el día siguiente y priorizar los trabajos para devolver la luz a todo el país y sobre todo para rescatar a las personas afectadas.

El martes llegó el momento de las exigencias de transparencia. El malestar en La Moncloa con Red Eléctrica Española, la empresa participada por el Estado y dirigida por una exministra socialista, Beatriz Corredor, es muy evidente. Distintas fuentes del Gobierno se quejan de que esta compañía, clave para garantizar el suministro, está mostrando una opacidad excesiva, no acepta que los técnicos del Gobierno accedan a los datos que le están pidiendo, y tampoco da una explicación clara de qué ha pasado.

Pero en La Moncloa señalan que las principales compañías eléctricas, que también tienen información muy relevante que podrían explicar qué pasó, tampoco la están trasmitiendo al Gobierno al ritmo solicitado y todas parecen querer echarle la responsabilidad a las demás. La opacidad del sector eléctrico no es nueva, nadie acaba de entender bien cómo funciona y las compañías son muy celosas de sus datos. Pero el apagón lo cambia todo. Sánchez exige soluciones y responsabilidades. Quiere saber qué ha pasado para hacer cambios inmediatos y que no vuelva a suceder. Y no admite la explicación de que se debe al éxito de las renovables, y mucho menos que haya que recuperar la energía nuclear. “Quienes vinculan este incidente a falta de nucleares o mienten o demuestran su ignorancia. Las centrales nucleares, lejos de ser una solución, han sido un problema”, aseguró.

El martes, Sánchez decidió dar un golpe de mano, convocar a la propia Corredor a La Moncloa y los representantes de las principales eléctricas y lanzarles una advertencia clara con la máxima solemnidad, aunque en tono diplomático, según fuentes presentes en la cita: el Gobierno les exige “colaboración, transparencia y sentido de Estado” para encontrar cuánto antes cuál fue el origen del mayor apagón de la historia de España.

Estas fuentes señalan que las compañías se comprometieron a hacerlo cuanto antes, pero la desconfianza parece muy evidente entre el Gobierno y los representantes del sector, incluida la propia Red Eléctrica, que no es una continuación del Gobierno, como algunos piensan, aunque la dirija Corredor porque así lo quiso Sánchez, sino una empresa privada con sus intereses y sus responsabilidades patrimoniales en caso de error evitable.

La reunión venía tensa por las declaraciones de Sánchez durante la mañana, que parte del sector interpretó como un dardo a las compañías. Primero, porque su referencia a la eventual responsabilidad de los “operadores privados” se producía después de que Red Eléctrica descartara de forma preliminar que el apagón se debiese a un ciberataque y apuntara a dos episodios de “desconexión de generación”, muy posiblemente de energía solar, en el suroeste del país. Pese a todo, se guardaron las formas. Beatriz Corredor reforzó la tesis de que es preciso dotar de la mayor solidez posible al sistema de renovables. En su último informe anual, publicado en febrero, la matriz de Red Eléctrica ya alertaba de que “el cierre de centrales de generación convencional, como las de carbón, ciclo combinado y nuclear (consecuencia de requisitos regulatorios), implica una reducción de la potencia firme y las capacidades de balance del sistema eléctrico, así como su fortaleza e inercia. Esto podría aumentar el riesgo de incidentes en operaciones que puedan afectar al suministro y la reputación de la empresa”, informa Daniel Toledo.

Indemnizaciones millonarias en juego

Todas las que estaban representadas en la cita de La Moncloa son empresas privadas que se están jugando enormes intereses. Si se demuestra que fueron responsables de alguna manera por un error evitable, tendrán que asumir indemnizaciones multimillonarias. Así que parece lógico que intenten beneficiar a sus intereses y esquivar la responsabilidad. Pero a la vez, son ellas las únicas que tienen los datos para entender qué ha pasado. Por eso Sánchez decidió dar un golpe en la mesa y recordarles que tienen la obligación de ofrecer esos datos, que el Gobierno está convencido de que llegarán por las buenas o por las malas.

El Ejecutivo está de alguna manera a ciegas, porque no tiene datos alternativos. Aunque ahora cuenta con una ventaja, según analizan varios miembros del Gobierno consultados: la Audiencia Nacional ha iniciado un procedimiento y eso obligará a las compañías, por orden judicial, a entregar todos los datos solicitados. El CNI, que ha estado en todas las reuniones internas del Ejecutivo, tampoco tiene datos propios, y por tanto necesita los de las compañías. Pero si no los dan voluntariamente, será el juez quien se los exija. Por eso en La Moncloa confían en que hayan entendido el mensaje, aunque estarán muy atentos a lo que pase en las próximas horas.

La noche en vela

Hasta 35.000 personas quedaron atrapadas en 136 trenes en toda España, además de miles en ascensores, incluidos familiares del propio gobierno, como la mujer del ministro de Transportes, Óscar Puente, que está embarazada. Ella pudo salir rápidamente ayudada por su portero, pero centenares de ciudadadanos estuvieron atrapados mucho más tiempo. Otros ministros fueron afectados directamente, como la vicepresidenta, Yolanda Díaz, que tuvo que saltar de un tren parado en Beniel (Murcia) y caminar por las vías para intentar volver a Madrid cuanto antes y llegar a la segunda reunión del Consejo de Seguridad Nacional, a las 19.00. Puente, como otros muchos responsables en La Moncloa y en los ministerios, pasó prácticamente toda la noche en vela pendiente de los rescates en los trenes y de los intentos por recuperar el tráfico sobre todo de cercanías este martes a primera hora. Casi nadie durmió más de una o dos horas entre los ministros y otros cargos clave como el jefe de Gabinete, Diego Rubio.

Por eso, en plena emergencia, pese a la presión por descubrir el origen del problema y sobre todo por garantizar que no volverá a ocurrir, y aunque ya se estaban desatando todo tipo de especulaciones, Sánchez y sus ministros decidieron dejar para el día siguiente la presión para descubrir qué pasó. De hecho, el presidente recibió muchas críticas por tardar seis horas en comparecer. El principal motivo era que quería esperar a tener algo más que contar, una explicación, pero nunca llegaba. Por la noche también retrasó su comparecencia por un motivo similar. Pero de nuevo, no pudo dar explicaciones claras del por qué.

La prioridad en ese momento era recuperar la luz. Sánchez delegó el peso técnico en la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen, una experta en energía. Juntos fueron dos veces en el mismo día a Red Eléctrica, donde se concentraban los movimientos técnicos para resolver el problema pero también en teoría los datos para entender qué había pasado. Sánchez se marchó de allí de madrugada, y Aagesen decidió quedarse. “Me iré cuando estemos al 99%”, le dijo a su jefe. Finalmente se marchó a las 5.00 de la mañana de Red Eléctrica, cuando ya estaba todo encaminado.

La frustración de no tener información

Era ya el final de la emergencia, arrancando el martes, pero hubo momentos de mucha más incertidumbre en un lunes que según confiesan varios ministros fue incluso más angustiante que algunos días de la pandemia, aunque aquí finalmente no hubo que lamentar víctimas. Sánchez estaba reunido con el primer ministro chipriota, Nikos Christodoulides, cuando se fue la luz. Casi inmediatamente decidió irse a Red Eléctrica y con él se llevó a buena parte de sus ministros,

Todos dejaron actos sin concluir, reuniones a medio terminar, y atravesaron una ciudad colapsada a golpe de sirena para llegar a lo que esperaban que sería el epicentro de la información. Pero la reunión fue muy frustrante, según diversas fuentes. Los técnicos, visiblemente nerviosos, en el momento más complicado de su vida profesional, lograban más o menos contar lo que había pasado, esos cinco segundos clave, pero no por qué había pasado. Por mucho que lo intentaban los políticos, la respuesta era la misma: “no lo sabemos, estamos investigándolo”.

En ese momento las cabezas de los políticos pensaban en un ciberataque. Óscar López, ministro de Transformación Digital, estaba en contacto permanente con el Incibe, el instituto de ciberseguridad, que está en León. Cada día revisan toda la red buscando ciberataques, y detectan centenares. Pero esta vez no les salía nada. No tenían ningún indicio que llevara ahí, pero seguían mirando por si acaso. Era rarísimo. Ni había condiciones climáticas especiales, ni una demanda muy alta, nada anormal. Nadie entendía por qué había fallado la red. En la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional, parecía que la cosa se resolvería en unas horas, como había dicho Red Eléctrica. Pero luego se vio que iba más despacio de lo previsto. En la segunda, a las 19.00, solo se había restablecido el 21% de la red.

Aún así, todos los ministros, en especial el de Interior, Fernando Grande Marlaska, trasladaban datos alentadores. No había crisis de inseguridad. De hecho, según los datos conocidos este martes, los delitos bajaron muchísimo, hasta un 70% en Madrid, pese a las alarmas infundadas lanzadas por algunos sectores conservadores. El comportamiento cívico de la población era muy comentado en todas las reuniones. La mayoría de la población vivió el día en un ambiente tranquilo, casi festivo.

Aunque la preocupación de los ministros era por los que lo estaban pasando peor: hospitales, personas con movilidad reducida atrapadas, gente con respiradores que necesitan electricidad. La ministra de Sanidad, Mónica García, explicó que los generadores de los hospitales estaban funcionando según lo previsto y todo estaba bajo control, aunque se cancelaron todas las operaciones no urgentes. El más preocupado parecía Puente, con esas 35.000 personas atrapadas, algunas en túneles o en lugares de montaña inaccesibles. Al principio ni siquiera sabían donde estaban parados algunos trenes, porque no había ningún tipo de comunicación. Carlos Cuerpo, ministro de Economía, les contó a sus colegas que la bolsa estaba reaccionando bien, otra prueba de una tranquilidad mayor de la prevista en un día tan complicado para la economía española.

Los datos empezaron a mejorar mucho a última hora de la tarde, y al anochecer, el momento crítico, la luz empezó a llegar también a muchos barrios de Madrid, donde viven los ministros. Y cuando volvía, ya no se iba más. Así que poco a poco todos fueron convenciéndose de que la situación estaba ya en vías de solución. Aún así, casi ninguno durmió y la noche fue muy dura para tratar de tener todo en marcha el martes. Y ahora, una vez resuelta la emergencia, todo el foco se pone en la gran pregunta: ¿qué pasó? Y a partir de ahí las siguientes, que abren una gran batalla política y económica con uno de los mayores poderes del país, el sector energético: ¿quién es el responsable y qué hay que hacer para que no vuelva a pasar? Esa guerra acaba de empezar.

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