Hay vida en los locales que cierran. El pasado, historias guardadas entre sus muros, olores, recuerdos, tradiciones. Y en algunos, recetarios que cuando se desempolvan guardan tesoros. Es lo que le ocurrió a los propietarios de la tienda de alimentación La Avilesina, inaugurada en diciembre de 2024 en el corazón de Avilés, cuando recibieron el legado de la histórica confitería Galé, abierta en 1876, en la calle de la Cámara. Hasta este obrador, Manuel Galé, el fundador, había llevado las técnicas y recetas que aprendió en sus viajes a París. Pronto hizo de este lugar un punto de encuentro de los avilesinos y foráneos, conocido por sus medialunas, turrones, postres de almendra y yema, y un mantecado, que se convirtió en el bollo de Pascua de Avilés. La confitería cerró en los años noventa.
Es ahora cuando el empresario Carlos Antuña, propietario a su vez de El Palacio de Avilés, decide recuperar en el obrador del hotel, uno de los dulces más icónicos de Asturias: el mantecado de la confitería Galé, que se dejó de hacer cuando la confitería cerró en los años noventa. El encargo se lo ha hecho al repostero asturiano Alejandro Montes, que creó en Madrid las pastelerías Mama Framboise y ahora vive en Langreo, donde ha montado un obrador en la montaña, desde donde desarrolla productos para empresas, como Life Gourmet Catering.
Más información“Se trata de uno de los primeros bollos de viaje, a base de mantequilla y azúcar, que aguantaban los traslados en barco, y en el siglo XIX se popularizó como bollo de Pascua”, relata Montes, que desde hace un año trabaja en el perfeccionamiento de la receta, en los diferentes formatos y en la imagen del dulce, que pretenden recuperar para la Semana Santa avilesina. “Es fácil de compartir, y queremos que vuelva a ser el bollo de referencia”. Aunque la intención, como le pasa a las torrijas, es que este emblema dulce de la ciudad se produzca todo el año y viaje a cualquier rincón de España.
Se trata de un bizcocho elaborado con mantequilla, azúcar, harina y huevos. Todo ello, realizado siguiendo la receta centenaria tradicional, y utilizando productos de cercanía, como la mantequilla asturiana o los huevos frescos de granja. ”La originalidad no está en el producto, sino en la forma de hacerlo, de glasearlo justo en el momento de salir a la venta, a lo que hay que sumar una cuidada estética adaptada a los nuevos tiempos”, asegura Olga García, propietaria de La Avilesina, que tiene claro que “es el postre de Avilés, el dulce más histórico, a la altura de las moscovitas o los carbayones en Oviedo o las princesitas en Gijón”. Precisamente, fue a ella a quien Manolo Galé, descendiente de la familia fundadora, le confió el recetario de la confitería, con la intención de que algún día pudieran volver a recuperarse. Ese día ha llegado. Y ya se pueden adquirir y encargar en diferentes tamaños, de 1,9 kilos, 1 kilo y 400 gramos (este último, 18 euros).
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