Después de unos minutos de incertidumbre, Iñigo Martínez agitó los brazos: animaba a sus compañeros. Parecía que el Barcelona acabara de encajar un gol frente al Borussia. Pero no. Raphinha le había birlado el gol a Cubarsí después de tocar el balón sobre la línea, pero no el grito. El joven defensa lo cantó como propio, también el brasileño, que llevó la temeridad de su acción al VAR. “Estaba preocupado en la jugada del primer gol. Le pedí disculpas a Cubarsí. Me dijo que no pasaba nada, que le contaba como asistencia”, contó el brasileño.
Más informaciónLas imágenes mostraron que Raphinha estaba en posición correcta e Iñigo pidió a sus compañeros que siguieran concentrados en el duelo. La consigna era clara: había que seguir defendiendo y, sobre todo, atacando con disciplina a una defensa del Dortmund que no estaba dispuesta a jugar al golpe por golpe. La combinación en el área entre Iñigo y Cubarsí fue un bálsamo para Hansi Flick y para Lewandowski: en cuanto aparecieron los espacios, despertó el mejor Lewandowski.
A Flick le inquietaba la visita de su viejo amigo Niko Kovac. “El Barça tiene puntos débiles”, había señalado el técnico del Dortmund. Entonces, para compensar los puntos débiles de los que hablaba el técnico del Borussia, el del Barça diagramó una charla previa más larga y preparó ejercicios orientados a atacar a una defensa retrasada. Kovac conoce a Flick, pero Flick también conoce a Kovac.
“Los tres de arriba son muy importantes, pero también lo es nuestra defensa y los jugadores que entran desde el banquillo, que influyen y alcanzan el mismo nivel que los que hay dentro”, dijo Flick. El técnico, en cualquier caso, tiene una ventaja que por momentos se le convierte en una desventaja: Lewandowski. Cuando las defensas rivales se encierran, la presencia del polaco muchas veces facilita el trabajo de los defensas contrarios. Y, de entrada, era lo que sucedía en Montjuïc.
El 9 es un tótem en el área. Así lo avalan sus números: tercer máximo goleador de la Champions con 105 tantos, por detrás de Cristiano (140) y de Messi (123). Sin embargo, por momentos, sus compañeros chocan en el campo con él. Acostumbrado a dominar el área, el polaco no brinda movilidad para generarle espacios a Lamine y a Raphinha. Flick, entonces, tiene que buscar herramientas tácticas para que su Barça no se vuelva previsible cuando tiene el balón. Es decir, en el 61% del tiempo ante el Dortmund. Una tenencia del balón que, en la primera parte, llegó al 67%.
Sin Olmo, el peso en el ataque lo llevaban Lamine y Raphinha. Ambos lo intentaban. Sin éxito, sin embargo, a la hora de perforar la red del Dortmund y para encontrar a Lewandowski. El polaco, por ejemplo, en el primer tiempo tocó 19 pelotas, por las 37 y 38 del catalán y el brasileño, respectivamente. Ocurrió que, después de que la estrategia le sirviera de sacacorchos al Barça, aparecieron los espacios. Y, cuando Lamine y Raphinha encuentran huecos para moverse, Lewandowski no tiene piedad, mucho menos en el área, mucho menos frente a su exequipo: el Borussia. El delantero ha disputado un total de 28 partidos frente al cuadro de Dortmund. Le ha marcado 29 goles. No hay club en el mundo al que le haya firmado más dianas. “La segunda parte jugamos muy bien”, destacó el polaco. Y Flick añadió: “Cuando juegas así, normalmente marcas goles. Y eso es lo que ha ocurrido”.
Lewandowski ya lleva 99 goles con el Barça, 40 esta temporada. “El delantero siempre tiene que pensar en goles, pero si jugamos bien como equipo, para mí es más fácil”, remató Lewandowski. Y Flick concluyó: “No estamos todavía clasificados. Tenemos que hacer lo que sabemos hacer”.
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