¿De verdad Madrid tiene éxito? | Noticias de Madrid | EL PAÍS


AI Summary Hide AI Generated Summary

Contrasting Narratives of Madrid's Success

The article challenges the portrayal of Madrid as a successful global city, juxtaposing its image as a vibrant metropolis with the struggles faced by many of its inhabitants. It highlights a growing divide between the city's image as a tourist destination and its reality for ordinary citizens.

The City's Transformation

The author notes significant changes in Madrid since the early 2000s, observing a shift from a city of locals and small businesses to one dominated by tourism and large-scale developments. This transformation, according to the article, is driven by the pursuit of maximizing profit and projecting a specific image for outside observers.

Criticism of Urban Development

  • The article criticizes the focus on large-scale projects like a giant Ferris wheel, aimed at enhancing Madrid's image rather than addressing the needs of its residents.
  • It highlights the lack of affordable housing and increasing displacement of poorer residents.
  • The rising number of illegal tourist apartments and lack of affordable housing are cited as examples of the city's neglect of its own population.
  • Insufficient public services and resources, such as schools and universities, are also criticized.

Social Inequality and Displacement

The article emphasizes the widening gap between the rich and the poor in Madrid, with the influx of wealthy residents and tourists contributing to rising living costs and the displacement of long-term inhabitants. The author uses the term 'Great Replacement' to describe this displacement, emphasizing the change from poor locals to wealthier residents and tourists.

Questioning the Definition of Success

The concluding paragraphs raise fundamental questions about the very definition of success for a city. The author emphasizes the importance of considering who benefits from a city's success and whether this success comes at the expense of the well-being of its residents.

Sign in to unlock more AI features Sign in with Google
We located an Open Access version of this article, legally shared by the author or publisher. Open It

Madrid es un escombro fluorescente, una chatarra que funciona, un palacio de cristal, el azote de los pobres, la eterna wanabee hambrienta de relato, siempre obsesionada por ser cualquier cosa que no se parezca demasiado a ella misma. La patria de Mario Vaquerizo. Madrid no quiere ser Madrid y, en eso, tiene éxito: cada vez se le parece menos.

Ha cambiado mucho desde principios del siglo XXI, cuando yo llegué a Madrid y Madrid era lo que uno se esperaba. Una ciudad de camareros y vecinos, de comercios y baretos, de estudiantes, una ciudad con historia y sabor propio. Una ciudad, un poco cutre, de gente que venía a comerse el mundo y acababa comiendo en la mesa de al lado del que sí se come el mundo. La cosa más moderna que pasó en Madrid, se empeñan en recalcar nuestras autoridades, pasó hace cuatro décadas. Ahora quieren ponerle una gran noria, a ver si nos quitamos el complejo.

Madrid, a estas alturas, no es lo que se espera, sino lo que otros esperan de ella. Los que la ven como un huerto del que obtener el lucro máximo. La tarta de la que todos quieren trincar la mejor parte. Hubo un tiempo, por ejemplo, en el que el turismo dignificaba la ciudad y no la carcomía. Pero ahora, pobre Madrid, todos se la quieren comer hasta dejar solo los huesos.

Más información

Un par de libros triunfalistas (de Luke Stegemann y de Fernando Caballero) elogian Madrid, su historia, su efervescencia actual y su proyección futura, y describen la ciudad como un éxito, o como un potencial éxito. La cosa irá por barrios. Se trata aquí de ese Madrid que quiere ser ciudad global, una de esas que, según definió Saskia Sassen, son nodos en los flujos del planeta (los de capital, de información, los de personas), urbes que aspiran a ser cabeza de león.

Aquí se quiere partir la pana: dice Caballero que Madrid debe crecer hasta los 10 millones de habitantes, ser una gran metrópolis policéntrica, competir con Londres o Miami (ser Madrid un poco menos, y más ser otra cosa).

Suena a distopía ciberpunk.

Estas narrativas hablan de Madrid como si la ciudad fuera un fin en sí mismo: una competidora en el mercado de las ciudades globales, una luchadora en la batalla de los relatos urbanos, una entidad metafísica y suprasensible. Una ciudad-monstruo cuyos intereses (crecer mucho, molar mucho) estuvieran completamente disociados de los intereses de quienes vivimos en ella. Una entelequia.

Manifestación por la vivienda en Madrid el 5 de abril de 2025.Santi Burgos

Es la ciudad-producto, la ciudad-mercancía que describe Jorge Dioni, más preocupada por brillar hacia fuera que por cumplir hacia dentro, obsesionada por albergar grandes eventos con vistosos nombres en inglés, para la galería. Una querencia por el aplauso foráneo y un descuido de lo doméstico que en esta columna venimos llamando cosmopaletismo madrileño, tan tradicional ya como el cocido. Madrid, ciudad-influencer.

Pero, ¿para qué sirve una ciudad?

Para muchos vecinos, Madrid no es una ficción futurista de grandes autopistas y rascacielos de cristal, sino un pequeño infierno cotidiano en el que cunde la incertidumbre y el desánimo. Porque Madrid es una ciudad que exprime y que expulsa: aquí el Gran Reemplazo es de pobres y vecinos por ricos y turistas.

En Madrid es muy difícil encontrar lo más básico para la vida, un lugar donde radicarla: el pisito. Cada vez zonas más amplias son esquilmadas por el monocultivo de la industria turística sin que los gobiernos conservadores hagan nada por conservar una ciudad cada vez más insulsa y homogénea: el alcalde Almeida está más preocupado por multar el exceso de aforo en el bar de un expolítico que de poner orden en la ciudad sin ley de los ¡15.000! pisos turísticos piratas.

Se construye mucho en las afueras para dejar hueco en el centro a los turistas: la destrucción de la urbe en una explosiva mezcla de parque temático, centro comercial y resort vacacional. A Trump le encantaría. Los servicios públicos son abandonados, faltan escuelitas para 10.000 niños (pobres niños madrileños) y se pone en un brete a la universidad.

Proliferan los vertederos espontáneos al lado de las crecientes personas sin hogar (esas que viven directamente en Madrid, sin techos ni paredes) y ya me hablan de gente que trata de vivir en los trasteros. La ciudad, en fin, permanece en el ranking de las más desiguales de Europa.

Mientras tanto, muchos se frotan las manos sobre la caliente hoguera de Madrid. Cuando les hablen de éxito, háganse las mismas preguntas que cuando les hablen de libertad. ¿Para quién? ¿Para qué?

🧠 Pro Tip

Skip the extension — just come straight here.

We’ve built a fast, permanent tool you can bookmark and use anytime.

Go To Paywall Unblock Tool
Sign up for a free account and get the following:
  • Save articles and sync them across your devices
  • Get a digest of the latest premium articles in your inbox twice a week, personalized to you (Coming soon).
  • Get access to our AI features

  • Save articles to reading lists
    and access them on any device
    If you found this app useful,
    Please consider supporting us.
    Thank you!

    Save articles to reading lists
    and access them on any device
    If you found this app useful,
    Please consider supporting us.
    Thank you!