The article focuses on the internal strife within the PSOE (Spanish Socialist Workers' Party) in Extremadura, fueled by the legal proceedings against Miguel Ángel Gallardo, the regional party leader. Gallardo's recent indictment in the 'David Sánchez case' has not caused an immediate public shift in the party's support for him, though his leadership is questioned.
Gallardo's leadership, though seemingly secure due to consecutive primary victories, is not entirely supported. He consistently wins primaries with strong support in Badajoz but loses in Cáceres, highlighting regional divisions within the PSOE. His recent primary victories came against candidates viewed by some as favored by Ferraz (the PSOE's national headquarters), further complicating his position.
The article notes the complex relationship between Gallardo and Ferraz, the national PSOE leadership. While initially critical of Pedro Sánchez, former regional president Fernández Vara eventually aligned with the national party line, a decision some believe hindered his re-election prospects. Gallardo attempts to balance his support for the national party with a more critical approach in Extremadura to address regional concerns, notably regarding issues such as Almaraz nuclear power plant closure.
The article concludes by highlighting the uncertainty surrounding the future of the PSOE in Extremadura, particularly given Gallardo's legal challenges and lack of widespread support. In contrast, the PP's María Guardiola, despite not winning the election, is presented as governing without major difficulties, creating a precarious situation for the PSOE heading into the next regional elections.
Extremadura ha sido durante décadas uno de los grandes bastiones del PSOE. Solo José Antonio Monago se atrevió a abrir un paréntesis popular entre los dos mandatos de Guillermo Fernández Vara. Todo hasta que María Guardiola, con el apoyo de Vox, alcanzó la presidencia ... en 2023 pese a no ganar las elecciones. PSOE y PP empataron a escaños, pero fueron, otra vez, los socialistas los más votados en tierras extremeñas.
La líder popular, sin embargo y pese a las idas y venidas con los de Abascal, gobierna, desde hace ya casi dos años, sin sobresaltos en tierras extremeñas. Es más, en su momento más delicado y de mayor complejidad, cuando ha visto imposible sacar adelante los presupuestos de la región, se ha encontrado enfrente con una oposición que, lejos de aprovechar el momento de incertidumbre, ha tenido que enfrentarse -y sigue haciéndolo- a una crisis mucho más profunda.
Miguel Ángel Gallardo, quien, a día de hoy, sería su rival en unas hipotéticas elecciones autonómicas ha sido recientemente procesado por la juez que instruye el caso de David Sánchez y está a un solo paso del banquillo. Como presidente de la Diputación de Badajoz, Gallardo está siendo investigado por una contratación, la del hermano del presidente del Gobierno, que siempre ha defendido como legal y pulcra. De hecho, sus primeras declaraciones públicas tras el auto de la magistrada fueron ciertamente controvertidas. «La juez desde el principio se abonó a las tesis de Hazte Oír», decía.
Su procesamiento no ha cambiado nada, sobre el papel, en el PSOE de Extremadura. Una de sus portavoces, Isabel Gil Rosiña, salió rápidamente en rueda de prensa a aclarar que, sin sentencia, la postura no iba a cambiar, confirmando, oficialmente, el respaldo del partido a su secretario general que, por descontado, no va a dimitir. De hecho, tras el último congreso federal del PSOE, no está obligado a hacerlo.
A priori, cara al público, no hay fisuras en el PSOE de Extremadura, que cierra filas en torno a su líder. Una situación que podría cambiar si Gallardo acaba sentado en el banquillo. Sobre todo, atendiendo a los antecedentes que marcan su mandato. Pese a vencer en dos primarias de manera consecutiva -marzo de 2024 y enero de 2025-, el secretario general de los socialistas extremeños no cuenta con el beneplácito de todo su partido.
En ambas primarias, Gallardo vence a dos candidatas cacereñas, Lara Garlito y Esther Gutierrez. A la primera con un 56% de los votos; a la segunda con un 61%. Sobre el papel, son datos que certifican e incluso validan todavía más su liderazgo. Sin embargo, en ambas ocasiones, Gallardo pierde en la provincia de Cáceres y se sirve del apoyo mayoritario que tiene en territorio pacense. Queda de manifiesto, por partida doble, que el PSOE del sur y el del norte no reman al unísono.
De hecho, en las últimas primarias, cuando el propio Gallardo daba por hecho que no tendría rival -dado que había ganado meses atrás-, Esther Gutiérrez, mujer fuerte del gobierno de Vara, aparece por sorpresa a diez minutos de cerrarse los plazos y abre un nuevo cisma. Gutiérrez llega a asegurar que el mandato de Gallardo «no representa» a su partido y tacha de «machistas» los comentarios que hace sobre su candidatura.
La propia Esther Gutiérrez reconoce abiertamente y en público que el partido está dividido. Incluso, tras perder y admitiendo la derrota, pone el foco en los dispares resultados que se dan entre Badajoz y Cáceres. A partir de ahí, con dos victorias en el bolsillo, Gallardo, estos últimos meses -en los que termina por estallar el caso de Sánchez- hace ciertas cesiones a sus detractores para tratar de unir un partido que, con la marcha de Fernández Vara, ha sufrido un proceso de notable incertidumbre.
Con dos primarias de por medio y un clima de cierta confrontación entre provincias, Gallardo ha ido poco a poco tratando de afianzar su liderazgo entre los socialistas mientras se debatía entre seguir o no el dictado de Ferraz. Esa es otra de las claves que marcan su situación actual.
Fernández Vara, tras ser uno de los barones más críticos con Sánchez, del que dijo que cambiar de parecer «estaba en su ADN», y apoyar a Susana Díaz, acabó por seguir las premisas más partidistas de la ejecutiva federal. En una tierra golpeada por las promesas incumplidas en torno al tren y situada constantemente en segunda y tercera línea, a muchos no les sentó bien la postura del, entonces, presidente de la Junta de Extremadura. Hay quien piensa que le costó la presidencia.
El propio Gallardo, tras las autonómicas, reconoció que el PSOE se había equivocado al presentar a Vara como candidato: «Debió dar un paso atrás para dejar un proyecto más ilusionante».
Consciente de que el mismo discurso, alineado por completo con Ferraz, podría no funcionarle en Extremadura, Gallardo ha tratado este año de tener un tono más crítico con quienes mandan en su partido. En su día decía que no le gustaba «la amnistía». De hecho, dejó caer que tenía parte de culpa de la derrota del PSOE el 9-J.
Sin embargo, con otras cuestiones no ha sido tan contundente. El ejemplo más reciente es Almaraz. En Extremadura, defiende que, sin alternativas, la central no puede cerrar sus puertas. Algo que choca con la postura de los diputados socialistas extremeños que votaron en contra de alargar la vida útil de las centrales nucleares en la proposición no de ley presentada por el Partido Popular.
No es Page ni Lambán. Tampoco lo contrario. Se encuentra entre dos aguas, que no suele ser un escenario propicio para sobrevivir en política, tal y como está el patio. Tanto es así que, en los dos procesos de primarias, había quien aseguraba que las candidatas de Ferraz eran Garlito y Gutiérrez, no Gallardo.
Con todo, sin el tiempo necesario para afianzar definitivamente su liderazgo en la provincia de Cáceres, sin el apoyo manifiesto de Ferraz y procesado por el caso David Sánchez, Gallardo afronta un horizonte político con unas elecciones a dos años vista. Elecciones cruciales para el futuro de un PSOE de Extremadura que, hasta hace no mucho, parecía tener en propiedad y casi por decreto la presidencia de la Junta. Ahora, reina la incertidumbre en casa socialista, mientras Guardiola se amolda al sillón sin demasiados quebraderos de cabeza y con el objetivo de dar un golpe en 2027.
Skip the extension — just come straight here.
We’ve built a fast, permanent tool you can bookmark and use anytime.
Go To Paywall Unblock Tool