El Dr. Mostaza, el cirujano de los toreros que triunfa en Europa con su sistema de IA: "El deporte de élite y fumar son veneno para la columna"


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Dr. Mostaza's Innovative Spine Surgery

Dr. Antonio Luis Mostaza, known as "the bullfighter's surgeon," has performed over 7,000 spine surgeries. He pioneered minimally invasive endoscopic spine surgery in Spain, using an arthroscope and a 2mm dissector for smaller incisions and reduced muscle trauma. His expertise extends to the use of 3D-printed biomodels and AI-guided surgical planning, achieving near-perfect screw placement accuracy (99.7%).

AI and Biomodels in Spine Surgery

The process involves creating 3D-printed biomodels from patient CT scans, allowing precise pre-operative planning and minimizing surgical errors. AI accelerates the creation of these models and surgical planning, significantly reducing the time required. This technique is now used in over 40 hospitals across Spain and has been exported to several European countries.

Dr. Mostaza's Views on Spinal Health

Dr. Mostaza stresses the importance of proper posture, exercise, and avoiding smoking to maintain spinal health. He highlights the dangers of elite sports and improperly performed weight training, contributing to spinal damage in young athletes. He advocates for less spine surgery, suggesting conservative treatment methods like pain management and physiotherapy should be prioritized except in severe cases.

Challenges in Public Healthcare

Dr. Mostaza expresses concern over the increasing number of elderly patients requiring spinal surgery and the strain on public healthcare resources. He emphasizes the need for more medical professionals and improved working conditions to address these challenges. He proposes employing AI to improve patient classification, record keeping, and treatment optimization. Dr. Mostaza also advocates for leadership positions in hospitals to be filled by experienced medical professionals.

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Al doctor Antonio Luis Mostaza lo apodan 'el cirujano de los toreros' porque por sus manos han pasado las columnas de al menos veinte matadores. Miguel Ángel Perea. El Fandi. Fernando Cepeda. Curro Vázquez. Sebastián Castella. José Mari Manzanares. Él no se define ni taurino ni antitaurino, tan sólo un amante de lo que considera un ballet frente al toro. "En mi primera corrida, Padilla, que se encontraba a mi lado, me hizo comprender que se trataba de un baile, que ellos eran deportistas de élite sometidos a unos entrenamientos soberbios".

Deportistas de élite, sí, pero con espaldas destrozadas. Traumatismos, politraumatismos, patologías degenerativas, problemas discales, hiperflexiones. "Los tiran para arriba, caen contra el suelo; tienen todo tipo de hernias, estenosis, alteraciones facetarias. Claro, a una persona corriente de 30 años intentas no operarla. Puedes solucionarlo con medicación y terapia conservadora. Pero a un torero hay que solucionarle su problema con la mayor celeridad. Su columna vertebral está hecha polvo".

Mostaza no entra en liza con el toro, sino con las secuelas que este puede dejar. Su intervención no es una estocada, sino una maniobra quirúrgica de alta precisión sobre las vértebras lesionadas de sus pacientes, entre ellos numerosos profesionales del mundo taurino. Su capote es el endoscopio, y su herramienta, la instrumentación vertebral que permite estabilizar la columna y devolver funcionalidad a quienes se juegan el cuerpo en cada faena.

El doctor Antonio Luis Mostaza durante la entrevista con EL ESPAÑOL en su clínica privada de León. Nico Rodríguez E. E.

A sus 72 años, este neurocirujano vallisoletano asentado en León ha realizado, más allá del mundo taurino, 7.000 operaciones. Además, ha sido pionero de dos técnicas revolucionarias que han contribuido a desarrollar la neurocirugía en España y, a la postre, en Europa.

Él fue el primer cirujano español en utilizar la endoscópica mínimamente invasiva para operaciones de columna cuando todo el mundo las hacía mediante microcirugía. Con la ayuda de un artroscopio y un escoplo, empezó a fresar el hueso, a usar el disector de 2 milímetros, a liberar el dolor de forma microscópica. "Es como tallar una cara. La incisión es más pequeña. El trastorno de la musculatura, infinitamente menor. No tocas músculos. No sangras".

En sus inicios, su propuesta generó escepticismo. ¿Intervenir el raquis mediante una incisión milimétrica, guiado únicamente por una óptica de 3 mm y una cámara?

"Fui uno de los primeros cuatro cirujanos del mundo que lo hicieron. Me formé con todos los demás en Burdeos, en Berlín, en Múnich, viendo lo que hacían. Al principio practicaba con cerdos y luego con columnas de cordero y una Sony handycam. Luego usé el artroscopio de los traumatólogos. La primera hernia discal por endoscopio en España la operé yo en 1997, en el Hospital San Juan de León. Tardé cuatro horas; hoy lo hacemos en 30 minutos".

Su visión de realizar incisiones mínimas mediante endoscopia prevaleció. Veinticinco años después, la técnica es prácticamente el estándar de la cirugía moderna. "Ya no tienes revistas especializadas que te publiquen estudios de 200 microcirugías, pero sí de 100 cirugías de columna hechas por endoscopia. Es la tendencia. Aunque en otros 25 años ni siquiera imaginamos cómo serán las cosas".

Si bien el uso de la endoscopia lo convirtió en un pionero al que el tiempo ha dado la razón, el desarrollo de los biomodelos y guías 3D apoyadas por el uso de la IA, de las que el Dr. Mostaza también es precursor, hizo de él un revolucionario. Un desarrollo, por cierto, que no habría sido posible sin Alejandro y Javier Reyero, fundadores e impulsores de Digital Anatomics, que se implicaron en el diseño y desarrollo del software necesario para hacerla realidad.

El doctor Mostaza señala las piezas de resina que sirven como guía para colocar los tornillos de la columna; están colocados sobre un biomodelo que replica un raquis de un paciente. Nico Rodríguez E. E.

Los biomodelos son réplicas tridimensionales a tamaño real de la anatomía de un paciente. Se realiza un TAC, se digitaliza la imagen por ordenador y esta se imprime mediante tecnologías de fabricación aditiva, es decir, valiéndose de impresoras 3D. El hueso sintético resultante es tan fiel a la realidad que incluye hasta las estructuras nerviosas del paciente. Es un calco milimétrico.

Mostaza coge con las manos un biomodelo que tiene sobre la mesa del escritorio de su despacho. "Tener esto ayuda a conocer antes de la operación las particularidades de la columna. Evita sorpresas".

Una vez la anatomía vertebral de la persona es replicada, se crean una serie de guías de resina biocompatibles que se superponen a las vertebras del paciente en el acto quirúrgico y permiten planificar de forma milimétrica la trayectoria que deben seguir los tornillos que serán colocados en las vértebras del paciente durante la operación.

"Cuando nos enfrentamos a un paciente con osteoporosis o una vértebra con anatomía compleja, los biomodelos nos permiten saber con exactitud qué debemos evitar y dónde podemos actuar con seguridad. En casos donde la fragilidad ósea lo requiere, como en pacientes con osteoporosis, puede ser necesario añadir un refuerzo mediante 'cemento', es decir, resinas biocompatibles que mejoran la estabilidad estructural y favorecen la fijación del implante".

El doctor Mostaza durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Nico Rodríguez E. E.

En una cirugía convencional, los errores en la colocación de tornillos pueden estar entre el 20 y el 40 %. Gracias a las guías de resina y al uso de la IA, el sistema del Dr. Mostaza consigue una precisión casi total, localizando exactamente dónde debe implantarse el tornillo para estabilizar la columna con seguridad.

"Es como navegar dentro de la columna. Hace que poner los tornillos sea como colocar cuadros. Además, la ventaja de la IA, el deep learning y el machine learning es que en 15 minutos nos permiten hacer algo para lo que antes necesitábamos horas" [se refiere, claro, a la creación del modelo 3D y la planificación de la operación]. Para cada paciente, Alejandro Reyero y yo planificamos juntos –caso por caso y por videoconferencia– la trayectoria exacta de los tornillos transpediculares. Analizamos cada detalle de la patología y buscamos siempre la mejor solución para que la fijación sea segura, precisa y totalmente adaptada a la anatomía del paciente".

PREGUNTA.– ¿Qué efectividad tiene su método?

RESPUESTA.– Según los exámenes postcirugía hechos con IA, los datos nos dicen que la precisión de los tornillos roza el 99,7 % gracias a los biomodelos y las guías 3D. Por eso hoy hay más de 40 hospitales en España que utilizan este sistema, mientras que en el extranjero también lo hemos exportado a Reino Unido, Alemania, Holanda, Italia y Portugal.

P.– ¿De qué caso se siente más orgulloso?

R.– Cuando aún estaba en el hospital, operaba a lesionados medulares. Me encontré con gente prácticamente parapléjica que, un año después, recuperaba parcialmente el fallo motor y reiniciaba casi por completo la marcha. Recuerdo a uno que, cuatro años después de llegarme parapléjico, vino con un niño y una niña. Había conservado hasta la eyaculación. Por supuesto, los milagros a Lourdes, porque hay lesiones medulares severas, pero sí he visto tumores medulares en los que la cosa era muy complicada y cuyos pacientes hoy están caminando.

P.– ¿No teme que la IA sustituya la mano del cirujano?

R.– ¿Quién maneja el Da Vinci? Un cirujano. ¿Cuánto cuesta una operación con un biomodelo con impresión 3D? Unos 2.000 €. ¿Y un robot convencional? 2500 €. Y con el Da Vinci 2500-3000 €. Hace unos días participé en un congreso en Madrid donde se habló de esto junto a un experto de Microsoft. La Inteligencia Artificial, indudablemente, va a colaborar a hacer diagnósticos más tempranos y seguros. Y, con el tiempo, podría llegar a sustituir a algún médico. Pero no parece que vaya a ocurrir pronto. ¿Qué pasará en el futuro? Sabemos que la IA conseguirá que un piloto de avión tenga un copiloto llamado IA. ¿En el caso de las cirugías? No me atrevo a decirlo.

Y el doctor sentencia: "En cirugía de columna, la labor del cirujano es insustituible. La verdadera complejidad no reside en la colocación de implantes, sino en procedimientos de alta precisión como la descompresión radicular, la resección de tumores medulares o la intervención sobre la médula espinal, la estructura neurológica más delicada del organismo. En esos escenarios, ni las guías, ni los navegadores, ni los robots ofrecen solución: es la pericia manual, el control visual directo y la experiencia del cirujano lo que marca la diferencia. Es ahí donde entra en juego el endoscopio, y comienza el trabajo milimétrico con el fresado controlado.”

Para él, la mano del cirujano no sólo ejecuta, sino que interpreta la anatomía en tiempo real. "La columna vertebral es como un violín: requiere conocimiento, sensibilidad y precisión. No todos están capacitados para hacerla sonar con armonía quirúrgica".

Un currículum ligado a León

Los logros del doctor Antonio Luis Mostaza lo auparon al cargo de Jefe de Neurocirugía del Complejo Asistencial Universitario de León, donde optimizó la actividad quirúrgica y redujo listas de espera mediante la especialización y la cirugía mínimamente invasiva. También fue responsable de la Unidad de Cirugía Avanzada e Innovadora de la Columna Vertebral en el Hospital San Juan de Dios.

Fue elegido entre los 50 especialistas más valorados de España en 2019 y 2020 por los Top Doctors Awards y fue miembro de sociedades científicas como la North American Spine Society (NASS), la Sociedad Española de Neurocirugía, la Sociedad Española de Neuroraquis (de la que ha sido presidente), la Sociedad Española de Columna Vertebral y la Sociedad Castellanoleonesa de Neurocirugía.

Preguntado por si alguna vez se ha planteado fichar por el extranjero, el doctor Mostaza asegura que él, vallisoletano de cuna y leonés de corazón, jamás habría dejado su tierra ni a su familia. "Soy de Valladolid, vivo tranquilo, tengo esposa y dos hijos. Me siento un castellanoleonés auténtico. Mi único afán es ver a mis pacientes y tratarlos lo mejor posible. Este es mi lugar y en él me siento a gusto".

Los malos hábitos de los españoles

Hernias discales. Escoliosis. Estenosis espinal. Discopatías degenerativas. Osteoporosis. Fracturas y lesiones ligamentosas. Infecciones y tumores vertebrales. Son sólo algunas de las principales patologías que afectan las columnas vertebrales de los españoles. Aunque el padecer más común es, sin lugar a dudas, la lumbalgia mecánica, es decir, aquella que se agrava con el movimiento y se alivia con el reposo.

Aunque Mostaza sea el 'cirujano de los toreros', él, en su clínica privada de León, recibe a cualquier paciente. ¿Qué es lo que más suele ver? "El 80% de las personas tienen derecho a una o dos lumbalgias en su vida". Lo siguiente son las patologías degenerativas, como la hernia discal (20% o 30% de la población), la escoliosis (16%) y la estenosis de canal, especialmente a partir de los 60 años, una patología que "afecta más a las mujeres debido a su anatomía". "A partir de los 80 años, al menos un 50% de ellas necesitaría cirugía".

La edad, indudablemente, influye en la degeneración de la columna. Pero también los malos hábitos posturales o no saber hacer deporte correctamente. Permanecer sentado largos periodos de tiempo sin pausas, mantener posturas estáticas prolongadas, levantar objetos con la espalda en lugar de con las rodillas o incluso utilizar tacones altos de forma excesiva generan tensiones innecesarias en la espalda que pueden derivar, a la larga, en daños graves.

"El sedentarismo es fatal. Cuando pasas muchas horas sentado hay que tener las almohadillas laterales de las sillas levantadas para apoyar los codos y no cargar las cervicales. Siempre que viene un paciente que trabaja en una oficina le digo que cada dos horas se levante y mire por la ventana. Que se mueva. Yo, por ejemplo, siempre salgo a buscar a mis pacientes a la sala de espera, y en quirófano me dicen que me parezco a Cassius Clay porque no paro quieto. Son pequeños hábitos que influyen".

Antonio Luis Mostaza, el neurocirujano de los toreros, sostiene una réplica de columna vertebral. Nico Rodríguez E. E.

El doctor Mostaza incide, además, en el poder nocivo del tabaco: fumar es terrible para la patología discal porque afecta a la fusión de los cuerpos vertebrales. "De hecho, en Estados Unidos y Reino Unido, a los pacientes fumadores no les operaban, porque alguien con una artrodesis vertebral tiene un alto porcentaje de no llevar un buen postoperatorio si consume tabaco".

P.– ¿Y el deporte? ¿Es el santo grial que nos dicen?

R.– El deporte es muy bueno, pero depende de cuál. El de élite es un auténtico veneno, igual que las pesas mal hechas. Yo he operado a chavales de entre 18 y 23 años que usaban mancuernas desde hacía años y tenían la columna destrozada. Mi recomendación es que alguien que vaya a empezar a hacer cualquier tipo de deporte visite a un especialista de columna para que se la revise. Una resonancia magnética a tiempo ahorra muchos problemas.

P.– ¿Nos movemos poco o nos movemos mal?

R.– Nos movemos poco y nos movemos mal. Aunque en la patología de la columna a veces influye la genética, los hábitos, o los malos hábitos, son fundamentales. La clave está en ser consciente de lo que se hace y de poner los medios apropiados. Por ejemplo, siempre que hagamos grandes esfuerzos debemos calentar; si el esfuerzo es muy grande, es importante ponerse faja. Algunos fisioterapeutas dicen que produce atrofia muscular, pero no es cierto.

P.– ¿Cree que, en general, se operan demasiadas columnas o demasiado pocas?

R.– Demasiadas. Yo siempre he dicho que, en condiciones normales, una hernia discal no hay que operarla. Sólo hay que hacerlo cuando el paciente tiene una lesión nerviosa o neurológica grave o no puede caminar. El resto puede corregirse con tratamientos médicos conservadores. Creo que hay que operar menos y apostar más por el tratamiento de la unidad del dolor y la fisioterapia. El cirujano joven tiene avidez por practicar, y eso hace que a veces se lance a operar demasiado. No obstante, si presentas un mismo caso clínico a los diez mejores cirujanos de raquis del mundo, jamás habrá diez diagnósticos iguales.

P.– ¿Qué otras mejoras encuentra en las cirugías llevadas a cabo en la sanidad pública? ¿Alguna recomendación?

R.– Nuestro gran problema es que tenemos una población muy envejecida. Cuando empecé a hacer neurocirugía no era común operar a personas de más de 70 años. Hoy estamos operando a pacientes de 90 e incluso de 97 años. Hace poco hice a uno de 94 con una estenosis de canal severa que pasó de apenas poder moverse caminar toda las mañanas para jugar la partida con sus amigos. Creo que en España somos referentes porque hay grandes investigadores. El español es alguien entregado, trabajador, constante, tenaz, y las facultades de medicina, el MIR, todo eso es un lujo. Tenemos un gen favorable para este tipo de trabajos... [se para, reflexiona].

Detalle de un biomodelo 3D creado por el doctor Mostaza. Nico Rodríguez E. E.

P.– ¿Pero?

R.– Indudablemente, habría que potenciar ciertos tratamientos en personas mayores. Sobre todo, en la sanidad pública, de la que siempre he sido un acérrimo defensor. Hacen falta profesionales. Médicos, enfermeros, celadores. Gente trabajando. No puede ser que en una consulta pases 14, 16 pacientes, a veces hasta 30. Tienes una población envejecida que ha aumentado pero mantienes a los mismos profesionales. No se reponen.

P.– Las condiciones económicas tampoco son propicias. Aunque la ministra diga que un médico cobra como un ministro...

R.– Evidentemente, la situación no es buena. Tenemos adjuntos con contratos renovables cada seis meses y una precariedad que no es aceptable en un sistema que aspira a la excelencia. La administración debe actuar con mayor diligencia y conciencia de lo que realmente tiene entre manos. ¿Existen listas de espera? Entonces afrontémoslo con decisión. En mi servicio, gestionábamos entre 110 y 130 pacientes de media, y logramos darles una respuesta en un plazo máximo de dos a tres meses. ¿Cómo? Con organización, compromiso... y ahora, con el apoyo de nuevas herramientas. Usemos la inteligencia artificial. Podemos clasificar a los pacientes, informatizar y optimizar sus historias clínicas, y adaptar tanto los tratamientos como las consultas según la patología de cada caso. No se trata solo de reducir tiempos, sino de mejorar la calidad de la atención.".

P.– ¿Qué haría si tuviera poder político?

R.– Recorrería hospital por hospital, sin importar la hora del día o de la noche, para acompañar al personal durante sus guardias y conocer de primera mano cómo están. Visitaría los servicios, hablaría con los profesionales, me pondría el pijama quirúrgico y entraría en los quirófanos si hiciera falta. Solo así es posible entender de verdad qué necesitan quienes sostienen el sistema sanitario cada día, desde dentro. 

P.– Suena a utopía...

R.– Mejorar la sanidad pública no se logra desde los despachos, sino escuchando a quienes están al pie del campo de batalla: médicos, enfermeras, celadores y todo el personal que hace posible que un hospital funcione. Esa debería ser la verdadera referencia en la toma de decisiones. Comprendo que no resulta sencillo para un responsable político visitar cada centro hospitalario, pero quizás debamos replantearnos los modelos de gestión. Sería razonable que al frente de los hospitales se situaran profesionales con una trayectoria consolidada, con décadas de experiencia y una visión profunda del funcionamiento del sistema sanitario. Asimismo, es deseable que quienes ocupan cargos políticos relacionados con la sanidad cuenten con formación o vinculación directa con el ámbito médico. Cuesta entender que durante años hayamos tenido ministros de Sanidad sin conexión real con la medicina.

Por ello, sentencia el doctor Mostaza, es momento de apostar por un liderazgo sanitario basado en el conocimiento, la experiencia y el compromiso con la salud pública. "Sólo así podremos construir un sistema verdaderamente eficiente, humano y sostenible."

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