El grupo de Alvise se devora a sí mismo | España | EL PAÍS


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Internal Conflict within SALF

Alvise Pérez's far-right political group, Se Acabó la Fiesta (SALF), which gained 800,000 votes in the European elections, is fracturing. A major rift has emerged between Alvise and his fellow MEPs, Diego Solier and Nora Junco, leading to legal threats and accusations of betrayal.

Legal Troubles and Accusations

Alvise faces two criminal investigations: one for alleged illegal financing and another for spreading a fake COVID-19 test result. Solier and Junco, meanwhile, joined the European Conservatives and Reformists group, leaving Alvise behind due to his legal issues. Alvise publicly accuses Solier and Junco of corruption, suggesting they were bribed by an arms lobby. Solier and Junco deny these accusations and plan legal action.

Alvise's Campaign against Solier

Alvise has launched a campaign against Solier, urging his followers to pressure Solier into resigning. He has shared Solier's contact information and celebrated the closure of some of his social media accounts due to online pressure. Alvise's actions raise concerns about potential harassment and intimidation.

Future of SALF

The future of SALF remains uncertain. While Alvise remains determined to continue his political activities, the group's popularity seems to be waning. Polling data suggests SALF's support is around 2%, with Alvise claiming the polls are inaccurate because he instructs his followers to lie to pollsters. He continues to spread his messages through digital channels targeting predominantly young men.

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Se Acabó la Fiesta (SALF), el experimento político con el que el agitador ultraderechista Alvise Pérez logró 800.000 votos en las últimas elecciones europeas, se devora a sí mismo. Menos de un año después de su irrupción electoral, Alvise se ha quedado solo en el Europarlamento. La ruptura con los otros dos eurodiputados salidos de su lista, Diego Solier y Nora Junco, es total. Mientras Alvise los acusa de “traición”, insinúa que se han vendido a la industria de las armas y anima a sus “ardillas” a perseguir y presionar a Solier para que dimita, tanto este como Junco ultiman medidas legales, asegura un portavoz de los dos eurodiputados. Así que el asunto pone rumbo a donde no es inusual que terminen las andanzas de Alvise: los tribunales.

Más información

La primera falla evidente entre los representantes de SALF se abrió en diciembre, cuando el grupo de Conservadores y Reformistas, la familia europea de Giorgia Meloni, incorporó a Solier y Junco pero dejó fuera a Alvise por tener cuentas pendientes con la justicia. Se suponía que Alvise entraría cuando su horizonte penal se despejase, pero no hace más que oscurecerse. Este mismo mes el Tribunal Supremo ha abierto dos causas penales al eurodiputado, una por supuesta financiación ilegal y otra por la difusión de una prueba falsa de covid de Salvador Illa, hoy presidente de la Generalitat (PSC). Mientras Alvise ha seguido enfrascado en su carrusel de polémicas, Solier y Junco, números dos y tres de la lista, se han ido instalando en una discreta actividad política por su cuenta, sin estar bajo la tutela de Alvise. Y todo ha acabado saltando por los aires.

“Desde el principio faltó sintonía. Alvise solo quería la inmunidad para seguir haciendo lo mismo que hacía antes y no tenía interés en montar ningún proyecto político, o esperaba que Solier y Junco lo hicieran por él. Y estos dos no han tragado. Cuando vieron lo de Cryptospain [el empresario que supuestamente pagó 100.000 euros a Alvise], salieron corriendo y se han alineado ideológicamente con ERC [Conservadores y Reformistas, por sus siglas en inglés], que son atlantistas y no facilitan la estrategia antisistema de Alvise”, resume Juan Francisco Albert, director del laboratorio de ideas Al Descubierto, especializado en extrema derecha, que ve la ruptura irreversible.

La secuencia se ha acelerado esta semana. En una entrevista con público difundida en un podcast el lunes —formato en el que los entrevistadores mostraban extrema sintonía con el ideario de Alvise—, el popular difusor de bulos deslizó que quienes habían sido los números dos y tres de su lista se habían podido corromper. No llegó a la acusación explícita, pero le faltó poco. Ante la pregunta de un asistente acerca de la posición de SALF sobre el rearme europeo, el eurodiputado cargó contra Solier y Junco por haber dado el sí en varias votaciones al incremento del gasto en defensa, decisión contraria al criterio de Alvise y por la que —afirmó— había pedido explicaciones sin resultado. Y entonces lanzó su especulación con fondo acusatorio: “Yo no sé si ha venido un lobby por detrás y me ha comprado un eurodiputado mío. [...] ¿Sabéis lo fácil que es que te compren? Que te viene un lobby armamentístico a cenar contigo y te deja un maletín al lado y se va. Y si tú no le dices ‘oye, que se te ha olvidado el maletín’, se asume que vas a votar lo que te han dicho".

Tras convertirse en noticia la andanada de Alvise, Solier difundió un comunicado en el que, hablando por sí mismo y por Junco, rechazaba las “afirmaciones difamatorias” del político sevillano, advertía de posibles acciones legales y desvinculaba por completo a los números dos y tres de la lista de SALF del número uno. Solier recalcaba que ni él ni Junco eran parte del partido SALF, registrado en enero en el Ministerio del Interior y con sede en la calle Libertad de Madrid, y limitaba su cooperación con Alvise a su integración en la lista de una “agrupación de electores” que “dejó de existir inmediatamente después” de los comicios. “Estamos aquí para servir [...]. El señor Pérez, en cambio, se enfrenta en estos momentos a varios procesos judiciales”, añadía el comunicado, metiendo el dedo en la llaga.

Campaña contra el número dos

Alvise se ha revuelto. Aunque acusa tanto a Solier como a Junco de haber mantenido “una reunión secreta” con un alto cargo del PP para “pactar la traición”, apunta su artillería solo contra el primero, un informático valenciano de casi 45 años —los cumple este sábado— conocido por sus posiciones contra las vacunas. En diversos mensajes en su canal de Telegram desde el miércoles, Alvise lo acusa de plegarse a “círculos de influencia” del PP y de no explicar las razones de su voto a favor del rearme. Cuando le pidió explicaciones, asegura, Solier lo bloqueó en las redes “sin motivo alguno”. No le responde ningún mensaje, afirma.

“Vamos a usar a Diego Solier como ejemplo de qué le ocurre a la gente que sin ser votado por nadie se aprovecha de un acta para traicionar al votante”, le indica Alvise a sus fieles en su canal de Telegram, donde tiene casi 680.000 seguidores. El líder de SALF los ha animado primero a presionar a Solier para que deje su acta, para lo cual compartió sus cuentas en redes sociales y su correo electrónico. Después celebró haber logrado el cierre de algunas de las cuentas de Solier ante la “oleada nacional masiva de críticas”. Más tarde afirmó que sus seguidores querían darle “jarabe democrático” a Solier si no dejaba su escaño e indicaba que “sus datos personales siguen siendo de acceso público en Linkedin y Google”. Según les cuenta Alvise a los suyos, Solier tiene “intereses ocultos”. Por eso anima a las “ardillas” a desvelarlos: “¿Tienes información de Diego Solier en Valencia? Escríbenos”. EL PAÍS trató de hablar con un portavoz de SALF, pero el requisito fijado por Alvise era que fuera una entrevista emitida en formato audiovisual. Las preguntas remitidas por este periódico quedaron sin responder.

Está por ver cómo afecta esta crisis al movimiento de Alvise. Desde que en junio de 2024 lograse 800.000 votos pese a ser poco conocido, el proyecto se ha visto lastrado por los problemas judiciales de su líder, que se sigue mostrando convencido de continuar adelante con su empeño político. Las encuestas indican que SALF está lejos de hacer sombra a Vox. Le dan en torno a un 2% del voto, si bien Alvise sostiene que estas cifras no reflejan la realidad y que se deben a que él mismo le pide a sus seguidores que mientan a los encuestadores. Ajeno a los grandes medios, el agitador sigue difundiendo sus mensajes contra el “sistema criminal” y la “casta parasitaria”, sobre todo del PSOE, a través de canales digitales donde se dirige prioritariamente al sector demográfico donde hasta ahora ha tenido más éxito: los hombres menores de 45 años.

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