This article examines the ongoing conflict between Israel and Iran, arguing that the current situation is the culmination of a decades-long struggle initiated with the Iranian Revolution in 1979. It details Iran's expansionist policies, using proxies like Hamas and Hezbollah to challenge Sunni dominance and build a 'Shia crescent' across the Middle East.
The article posits that the current Israeli offensive, with US tacit approval, is dismantling the Shia Crescent. Hamas and Hezbollah's capabilities have been severely diminished. The author suggests that the Syrian regime is weakening and Houthi forces in Yemen have been severely impacted. The future of the Iranian regime remains uncertain, however.
The article concludes by emphasizing the profound changes in the Middle East stemming from the October 7, 2023, attacks. It acknowledges remaining uncertainties, such as the extent of US involvement and the long-term stability of the region.
La actual guerra entre Israel e Irán no empezó el año pasado, ni siquiera el 7 de octubre de 2023.
Empezó hace casi medio siglo, en 1979, cuando el entonces ayatolá Ruholá Jomeini se alzó como líder supremo tras derrocar al Shá de Persia, Reza Pahlevi, e instaurar una teocracia islámica en Irán.
Desde entonces, Irán ha maniobrado, especialmente a través de proxies, con el objetivo de destruir a Israel.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Jamenei, junto a un retrato del ayatolá Jomeini.
Sus intenciones nunca fueron ocultas. Allá por 2005, el expresidente iraní, Mahmud Ahmadinejad (de quien se dice que ha sido asesinado estos días, aunque no hay confirmación fiable todavía) clamó que su objetivo era “borrar a Israel del mapa”.
De esta estrategia de acoso y derribo surgen Hamas y Hezbolá, como estructurales paraestatales con grupos armados, canales de televisión, partidos políticos y redes de asistencia social, protagonistas de los más devastadores ataques terroristas e indiscriminados no sólo contra Israel, sino también contra objetivos judíos en todo el mundo, como el ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio 1994 en Buenos Aires.
Sin embargo, el hostigamiento a Israel no ha sido la única acción exterior llevada a cabo por Irán desde 1979. Un plan paciente y expansionista llevó a la República Islámica de Irán a construir en Oriente Medio un gran creciente chií (llamado el “eje de resistencia”) para contrarrestar la hegemonía suní en la región.
Hasta el 7 de octubre de 2023, lo estaban consiguiendo.
Ya en 2008, el entonces presidente iraquí, Jalal Talabani, entregó un mensaje de Qassem Suleimani, general de la Guardia Revolucionaria iraní, al general David Petraeus, comandante de las fuerzas estadounidenses en la zona, que decía:
“Estimado general Petraeus, debes saber que yo, Qasem Suleimani, controlo la política de Irán con respecto a Irak, el Líbano, Gaza y Afganistán. De hecho, el embajador en Bagdad es un miembro de la Fuerza Quds [cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria Iraní]. El individuo que va a reemplazarlo también lo es”.
Y es que, por aquel entonces, Bagdad, Beirut, Damasco, Gaza, Kabul y Saná estaban bajo influencia iraní y formaban un gran creciente chií que aspiraba a ser el eje hegemónico en Oriente Medio.
Algo que parecía imparable hasta hace poco.
Llegados a este punto, es preciso aclarar ciertos conceptos. Entender el tablero de ajedrez de Oriente Medio no es sencillo. Está repleto de códigos, alianzas non sanctas, contrapesos e intereses soterrados.
Así, el gran cambio que estamos viviendo con la ofensiva israelí sobre Irán se explica, también, por la división entre suníes y chiíes. De acuerdo con el Council on Foreign Relations, la mayoría de los grupos responsables de la violencia sectaria que ha tenido lugar en la región y en todo el mundo musulmán desde 1979 tiene vinculaciones saudíes o iraníes.
'Orden Mundial', de Henry Kissinger.
Henry Kissinger, en su imprescindible ensayo Orden mundial (2014), delinea tanto la ambigüedad de Arabia Saudí y los Estados del Golfo (aliados de Occidente que al mismo tiempo abogan por la expansión de un orden islámico) como las ambiciones iraníes de convertirse, tras la revolución de 1979, y según refleja su Constitución, en el nuevo faro de la umma (comunidad de creyentes musulmanes) mediante los medios necesarios.
Incluyendo por supuesto el terrorismo y la violencia.
Los iraníes han estado empeñados en ser de nuevo un imperio. No obstante, esta idea, hasta hace poco camino del éxito, se ha ido deshaciendo como un azucarillo en el té y ahora somos testigos de sus estertores, por varias razones.
En primer lugar, en 2018 Donald Trump y su yerno, Jared Kushner, idearon una lógica de Guerra Fría para Oriente Medio: los países suníes (Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, etcétera) e Israel formarían un bloque; y los chiíes (Siria, Irán, Iraq y Yemen) otro.
Ambos se contrapesarían mientras Estados Unidos pivotaba hacia el nuevo centro del mundo: Asia Pacífico.
"Hezbolá, el paraestado iraní dentro del Líbano, ha sido totalmente diezmado tras la sagaz y espectacular operación de los beepers"
De esta época son el resultado los Acuerdos Abraham.
Esta estrategia estuvo acompañada con la eliminación del gran artífice del creciente chií, el ya mencionado Qassem Soleimani.
En segundo lugar, los iraníes, para evitar que Arabia Saudí se uniera a estos Acuerdos de Abraham, dieron luz verde a Hamás para lanzar el 7 de octubre de 2023 el ataque terrorista más mortífero y salvaje hasta la fecha contra civiles israelíes.
Y, en tercer lugar, el regreso de Donald Trump este año a la Casa Blanca.
Estos tres momentos explican cómo Israel, totalmente aturdido tras el 7 de octubre de 2023, con el beneplácito de los Estados Unidos, está demoliendo el gran creciente chií.
Hezbolá, el paraestado iraní dentro del Líbano, ha sido totalmente diezmado tras la sagaz y espectacular operación de los beepers.
Hamás, como organización, ha sido prácticamente eliminada.
El rehén liberado Edan Alexander con una representante de la Cruz Roja y flanqueado por hombres armados de Hamás en Gaza. Al Jazeera
El régimen sirio de Al Assad ha caído (aún no conocemos la profundidad del papel israelí en su caída).
Los hutíes han sido descabezados en Yemen.
Y ahora el régimen iraní está siendo descabezado en una operación militar preventiva sin precedentes.
Ante esta contraofensiva israelí, los países árabes suníes poco o nada han hecho por impedirla o condenarla.
Quedan aún muchas dudas transcendentales sin resolver. No sabemos si el régimen iraní caerá. Tampoco sabemos si Estados Unidos entrará directamente en la operación.
Lo que está claro, es que el gran creciente chií se enfrenta a su final y Oriente Medio encara una reordenación total que no puede explicarse sin los atentados terroristas del 7 de octubre de 2023.
*** Elías Cohen es profesor de relaciones internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria.
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