The escalating trade war initiated by US President Trump has drastically altered the economic landscape, prompting the European Central Bank (ECB) to reconsider its monetary policy.
Initially, the ECB debated pausing interest rate reductions; however, the current market volatility necessitates a different approach. The consensus leans towards an interest rate cut to instill confidence.
Unless the situation significantly improves, the ECB is expected to implement a seventh interest rate cut in this cycle, bringing rates down to 2.25%. This would be the lowest level since November 2022, coinciding with double-digit inflation.
While some members of the Governing Council have expressed reservations about a more substantial 50-point basis cut, market futures suggest investors anticipate multiple cuts, potentially lowering rates to around 1.5%.
With the neutral interest rate range estimated between 1.75% and 2.25%, the ECB would be actively supporting the Eurozone's struggling economy. The recent rise in the euro's value against the dollar offers some relief, counteracting potential inflationary pressures from trade tariffs. However, a strong euro might constrain exports and weaken demand, further incentivizing the ECB to act.
Although a rate cut is highly anticipated, the ECB's outlook remains cautious. The lack of updated macroeconomic projections until June limits the ability to predict future actions, especially with the ongoing uncertainty surrounding trade tariffs. Analysts highlight the deflationary effects of a strong euro and lower energy prices, further justifying the need for a rate cut.
El debate sobre si pausar el proceso de relajación monetaria prácticamente se esfuma.
Dos semanas. Eso es lo que le ha bastado a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, para hacer saltar por los aires la economía global y, con ello, también cualquiera de los escenarios manejados por el Banco Central Europeo (BCE). La autoridad monetaria se reúne este jueves en Fráncfort en una nueva cumbre para la que ha cambiado absolutamente todo.
Si los miembros del Consejo de Gobierno debatían hace tan solo quince días si sería adecuado o no pausar la senda de rebajas de los tipos de interés en el 2,5% actual, ahora esa realidad no existe. El consenso parece indicar que, con unos mercados financieros sumidos en una volatilidad extrema, al BCE le toca apostar por transmitir confianza.
Salvo que la situación mejore de forma vertiginosa en tiempo récord tras la pausa de 90 días que Trump anunció a última hora del pasado miércoles, la institución presidida por Christine Lagarde afrontará su séptimo recorte del precio del dinero de este ciclo de relajación monetaria, un movimiento que llevará sus tasas al 2,25%. Se trata de niveles desconocidos desde noviembre de 2022, justo cuando la autoridad monetaria enfrentaba una inflación que saltaba a cifras de doble dígito.
"Los aranceles de EEUU exigen una política monetaria más acomodaticia. Es necesario bajar los tipos de interés 25 puntos básicos", ha asegurado Gediminas Simkus, gobernador del Banco de Lituania.
El debate, de hecho, va mucho más allá. Con la pausa prácticamente convertida en una quimera, la pelota se ha movido hacia si en algún momento el BCE deberá acometer un movimiento de seguridad, bajando los tipos 50 puntos básicos de golpe. Por el momento, esta posibilidad ha generado rechazo entre diferentes miembros del Consejo de Gobierno, como el propio Simkus o el halcón austríaco Robert Holzmann, pero los inversores parecen tener la situación menos clara.
Los futuros sobre los tipos de interés se han ajustado rápidamente tras los últimos acontecimientos. De anticipar dos recortes de los tipos de interés este año, hasta el 2%, los inversores ahora descuentan que las tasas podrían bajar hasta cuatro veces más, lo que llevaría el precio del dinero a niveles cercanos al 1,5%.
Con ello, y atendiendo a que la horquilla para la tasa neutral -esa que ni enfría ni estimula la economía- se encuentra entre el 1,75% y el 2,25%, el BCE entraría de forma decidida a apuntalar la golpeada actividad de la zona euro.
Las recientes subidas del euro, que se cambia ahora por 1,13 dólares, dan aire al BCE para afrontar esta situación. Pese a que las idas y venidas de los gravámenes comerciales podrían estimular la inflación a corto plazo, la fortaleza de la moneda debería ejercer en parte de contrapeso.
Un euro fuerte podría constreñir la capacidad exportadora de la zona euro en un momento crítico en el terreno comercial, lo que debilitaría más la demanda, inclinando la balanza del BCE por actuar.
Pero, aunque la bajada de los tipos de interés es el desenlace casi escrito de la cumbre que tendrá lugar el jueves, desde Fráncfort no se irradia confianza sobre las perspectivas a futuro. Ya las actas de la última reunión, de comienzos de marzo, alertaban de que un intercambio de golpes arancelarios con Estados Unidos podría provocar un repunte de la inflación en el corto plazo y que a medio nadie tenía claro cómo podrían evolucionar los precios, pues dependería del impacto económico.
Sin nuevas proyecciones macroeconómicas hasta junio, es complicado que el BCE pueda dar muchas pistas sobre sus próximos movimientos. Especialmente si la realidad económica acaba resultando extremadamente volátil y moviéndose al son de las publicaciones sobre aranceles de Trump en sus redes sociales.
"El fortalecimiento del euro y la caída de los precios de la energía aumentan el efecto desinflacionario que las actuales tensiones comerciales tendrán en la eurozona", destacan los analistas de ING, que consideran que el recorte de tipos del BCE sería "tomar la senda más segura, pues bajar los tipos una vez más no haría daño, pero no hacerlo sí puede acrecentar las dudas recientes sobre el futuro de la economía".
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