This article details the long-standing and violent conflict between the Daniel and Lyons crime families in Scotland, which recently resulted in a double murder in Fuengirola, Spain. The rivalry, fueled by drug trafficking and territorial disputes, has spanned decades, marked by numerous attacks, including shootings, stabbings, and bombings. A key event cited is the theft of a cocaine shipment in 2001, which escalated the conflict.
The article draws parallels between this conflict and other notorious gang wars, like that of the Kinahan and Hutch families in Ireland and Spain. The recent killings in Fuengirola demonstrate the international reach of these organized crime groups. The swift arrest of the alleged killer in Liverpool, England, and his elaborate escape route underscores the sophistication of these criminal operations.
The article highlights the brutal nature of the conflict, emphasizing the professional and calculated execution of the recent double murder in Spain. The investigation and arrest of the suspected killer showcase the international cooperation required to combat organized crime.
En 2016, en el Tribunal Superior de Justicia se preguntó a Robert Daniel si tenía alguna rivalidad con los Lyons. «No, que yo sepa», fue la contestación, mientras algunas risas furtivas se hacían en la sala. Todos allí sabían que Daniels y Lyons llevan atacándose ... de forma brutal en las calles de Glasgow desde hace décadas. Una guerra que llegó a finales de mayo a la Costa del Sol, cuando dos destacados líderes de los Lyons fueron asesinados en el pub de uno de ellos en el paseo marítimo de Fuengirola. Una nueva lucha de mafias volvió a teñir de sangre la Costa del Sol, como ya lo hicieran los traficantes de marihuana de Manchester o, la más brutal, la de los clanes irlandeses Kinahan y Hutch.
Desde los años 90, los Daniels y los Lyons rivalizan por el control, entre otros negocios, del tráfico de drogas. La prensa escocesa asegura que esa enemistad se volvió mortal en el verano de 2001 por un alijo de cocaína de los Daniels robado de una casa en el complejo de viviendas de Milton y vendido a los Lyons. Milton es terreno de Lyons.
Allí, en una antigua escuela se achaca a Eddie Lyons el germen de un imperio criminal bajo la apariencia de un proyecto comunitario, que hasta recibió dinero del estado. Aquel alijo fue una reseña de hostilidad, ya que los Lyons creyeron que le ocupaban el territorio y los Daniels se vieron golpeados de forma inesperada.
Kinahan y Hutch: «Acabará cuando desaparezca» Esta guerra de escoceses recuerda a la que libran los irlandeses Kinahan y Hutch, que lleva una veintena de muertos en las calles de Irlanda y España, entre ellos algunos inocentes por error. La hostilidad comenzó cuando los Kinahan, presuntamente, mataron un joven Hutch que trabajaba para ellos en Mijas. Su tío, apodado 'El Monje', juró venganza y hasta entraron en una velada de boxeo disparando ráfagas de AK-47. Cuando 'El Monje' fue detenido en Fuengirola, la Garda le preguntó por el fin de la guerra: «Cuando desaparezca», respondió.Desde entonces, las calles se han llenado de cadáveres y agresiones. Entre ambas familias ha corrido la sangre y, la tarde del 6 de diciembre de 2006, saltó la alarma a la prensa. Dos sicarios detuvieron su coche frente a un garaje en Lambhill, al norte de Glasgow. Cubrieron su rostro con máscaras de anciano y, al entrar, sacaron las armas de sus gabardinas y abrieron fuego. El propietario, David Lyons, se puso a cubierto, pero su sobrino Michael, de 21 años, fue asesinado a tiros. Steven Lyons, otro sobrino de David, resultó herido junto con su socio Robert Pickett, que perdió un riñón. El ataque se imputó por las autoridades escocesas a los Daniels.
Comenzó una ola de atentados entre las dos familias rivales, que siguen décadas después queriendo borrarse del mapa unos a otros. La brutalidad entre estas bandas se resume en el ataque a Robert Daniel en diciembre de 2016 por el que compareció ante el Tribunal Superior. A este supuesto mafioso lo embistieron cuando iba en su coche, pero escapó. Los sicarios lo siguieron hasta su casa y, cuando le dieron caza, le asestaron dos golpes en la nuca con un hacha o un machete. Un mes después a otro le fracturaron el cráneo, pero no murió.
Uno de los ataques más brutales, entre los que se narran en un podcast sobre esta guerra mafiosa de la BBC, fue a Steven «Bonzo» Daniel. Su coche tenía un rastreador y, en mayo de 2017, después de una persecución terminó accidentado. Los sicarios lo atacaron con cuchillos y machetes. Estuvo apunto de perder la nariz y le descolgaron la mandíbula superior del cráneo.
En el juicio contra los seis atacantes de los Lyons, Steven Daniel, negó que todo se tratara de una guerra criminal entre familias, pero este mes esta pelea en las calles por el control del hampa de Glasgow ha sacudido la Costa del Sol de una forma que los investigadores de ajuste de cuentas nunca habían visto: un doble asesinato.
El pasado 31 de mayo un sicario adscrito a los Daniels ejecutó a dos miembros de los Lyons en Fuengirola. Según la Policía Nacional con una destreza «profesional» y mucha «sangre fría». Durante la final de la Champions, mientras sus dos objetivos mantenían una reunión, llegó por detrás cubierto con una braga que le tapaba el rostro. Disparó al primero en el cuello con trayectoria descendente hacia el corazón. Murió en el acto.
El otro objetivo se levantó y trató de huir, pero el sicario lo siguió. Ya había sobrevivido a algún atentado en Escocia, por eso vivía en Fuengirola. Cuando lo tuvo a tiro y fue a disparar, se le encasquilló el arma, pero volvió a cargar con tranquilidad y le disparó dos veces. Lo dejó muerto dentro del local y se marchó.
«Iba perfectamente disfrazado y se notaba su destreza. Es un sicario de la organización rival. No es nadie contratado para eso. Era un profesional», aseguró este pasado martes el comisario Pedro Agudo de Udyco Costa del Sol, que en menos de un mes ha detenido al sicario en Liverpool, cuando trataba de marcharse al día siguiente a un país carente de tratado de extradición para escapar.
El asesino tenía perfectamente estudiada la ruta de huida para no ser grabado por las cámaras. Hasta saltó una valla y se adentró en un túnel del tren de Cercanías para evitar ser grabado. Huyó primero a Portugal y desde ahí voló a Leeds. Una vez en Reino Unido se marchó a Liverpool para esperar la salida, oculto en varios domicilios y cambiando su aspecto con afeitados o rapados de cabeza. Eso solo retrasó su plena identificación siete días, pero al final fue detenido.
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