This article explores the issue of age discrimination against individuals over 50 in Barcelona's nightlife scene. Several nightclub owners and patrons are interviewed, revealing concerns about the declining presence of older individuals in nightclubs and the reasons behind this trend.
The closure of traditional nightclubs in Barcelona and the shift in focus towards younger clientele in establishments like Luz de Gas are highlighted. Owners argue that older patrons are less profitable, citing lower consumption and higher demands.
As a response to this shift, the growing popularity of 'tardeo' – afternoon and early evening social gatherings – is presented as an alternative for older generations seeking nightlife experiences. It's presented as a less demanding and healthier alternative to traditional nightclubs.
The article concludes with a nuanced perspective, acknowledging the economic realities faced by businesses while also highlighting the social exclusion experienced by older generations.
“Mi padre me lo decía: no cuentes con los mayores de 50 años para hacer nada. No son rentables. Salen y beben poco y exigen mucho”, comenta Joan Arnau, 69 años, cuarta generación de empresarios del ocio nocturno, un sabio del sector y el impulsor de las macrofiestas electrónicas de El Row, exportadas a medio mundo.
¿Son discriminados los mayores de 50 años en el ocio nocturno? ¿Edadismo? La pregunta parece pertinente en Barcelona, donde no hay ya ninguna discoteca, a diferencia de Madrid, a la medida de los baby boomers , nacidos en los sesenta y los setenta, los mismos que “crearon” estas salas que hoy les empiezan a poner pegas y excusas.
La alarma se ha disparado con la renovación en curso de Luz de Gas, el último templo barcelonés de un ocio del siglo XX: música bailable (casi) todas las noches, precios razonables, copas, afán de ligoteo, nada de reservados...
La sala de la calle Muntaner abrió puertas hace 30 años y ha registrado un cambio de propiedad. El copropietario Fede Sardá vendió todas sus acciones en el 2024 al grupo Comerbailando (Jaleo, Nördic, Bar Galán) y otros socios: jóvenes que rondan los 40 y con ganas de comerse el mundo.
“Es evidente que queremos rejuvenecer la clientela de Luz de Gas, nombre que mantendremos, porque ya no se podía vivir solo de su público. No vamos a discriminar a nadie por razones de edad, esto lo hacen más los cambios que vamos a ofrecer a partir de septiembre”, señala Cristian Gallardo, cofundador de Comerbailando.
Termómetro de la noche de Barcelona por y para los barceloneses de más de 40 años, Luz de Gas evidencia el problema de fondo: desaparecen las discotecas tradicionales porque sus clientes han dejado de salir –o lo hacen un par de veces al año o tres si incluimos la cena de empresa navideña–, se cortaron la coleta con la pandemia –un antes y un después en la noche de Barcelona– y se han ido pasando a las filas del tardeo, alternativa saludable a las discotecas.
–¡Si somos buenas clientas! Nos comportamos y se puede decir que somos gente sana.
“Los mayores de 50 no son tan buenos clientes como creen: exigen más, beben y salen poco”Laura Fernández tiene por costumbre salir con un grupo de cuatro o cinco amigas que rondan los cincuenta una vez por semana, en su mayoría divorciadas y vida laboral intensa. Algunos viernes solían ir al Negro, restaurante y bar de copas con música y baile que ese día –los jueves era lo contrario– estaba enfocado a una clientela madura y animada. Ya no: también los viernes este local upper Diagonal se ha decantado por música y clientela veinteañera.
Los mayores de 50 protestan en Barcelona por esta creciente orfandad, ellos que precisamente frecuentaron, financiaron y alimentaron unos reductos de socialización en los tiempos –el último tercio del siglo XX– en que no existía internet, las redes ni otra posibilidad mejor de tirar la caña –ya disculparán los puristas la expresión– que en las barras y las pistas de las discotecas. Tampoco el gimnasio o el ejercicio robaban mucho tiempo a la gente, a diferencia de hoy.
La generación de los baby boomers se resiste a admitir que ya no está para trotes y sobrevalora su poder económico. “No nos engañemos, el mejor cliente es de los 30 a los 40. Pueden tomar cuatro copas tranquilamente y aguantan más tiempo. El cliente de más de 50 puede pedir una copa de alguna gran marca, pero ahí se queda”.
Playa de Barcelona, a la sombra del hotel Arts. Jueves. 3.00 horas. Sin vecinos, cinco discotecas alineadas. Todas a reventar. Raramente se escucha hablar catalán o castellano. ¿Muerta la noche de Barcelona? Aquí no da esa impresión. Veinteañeros de media Europa, Turquía o el Golfo se mueven como si la noche estuviese empezando.
“A partir de los 50 a mucha gente que salía antes ya no le divierte la noche. Con una copa ya tienen bastante y les cuesta recuperarse si han dormido poco. Optan más por cenar y tomar una copa en el mismo lugar. Y son menos de reservados que los jóvenes”, señala Javier Bordas, copropietario con su hermano Ramón del grupo Costa Este, que tiene aquí, a pie de playa, dos clásicos pocos frecuentados por barceloneses (Pachá y Opium), que se decantan más por la calle Tuset, tan irregular en cuestiones de afluencia.
“El cliente más adulto es menos rentable. Protesta si tiene que esperar a que le sirvan en la barra, se queja de los precios –un joven, si tiene el dinero, paga a gusto porque espera mucho de la noche– y se fijan en detalles que la gente joven pasa”, señala Joan Arnau, cuyos hijos ya llevan las riendas de las fiestas de ElRow como la que, todos los sábados hasta el final del verano, organizan en el Universe de Eivissa.
“Si hablamos de la noche y diferentes generaciones, Eivissa es diferente: el lugar del mundo donde se mezclan mejor jóvenes y sexagenarios. A los jóvenes no les molestan los mayores, y a la gente mayor no le gusta estar con gente mayor. Es así. Los ingleses peleones han desaparecido de la isla, y los precios, elevados, seleccionan sin necesidad de impedir la entrada a nadie”, añade Joan Arnau.
Reserva africana de la fauna en peligro de extinción o respuesta a los tiempos, la generación de los baby boomers es el objetivo del sector en un producto al alza: el tardeo. Sesiones de tarde que algunas salas prolongan hasta las diez o las once de la noche y tiene algo irónico: los mayores de 50 vuelvan a bailar, tomar algo y salir como cuando eran menores de edad y no les dejaban entrar.
El tardeo tiene hoy buena prensa: se bebe menos, tiene un ritmo más pausado y permite al día siguiente hacer deporte, ese deber sagrado. Naturalmente, hay tardeos y tardeos, menos atractivos en esta época del año si se desarrollan en salas cerradas y más agradables y menos forzados al aire libre.
“No nos engañemos, los clientes más rentables son los que tienen entre 30 y 40”, dice Cristian GallardoNo todo está perdido. Sigue habiendo bares animados de aforo minoritario abiertos hasta las dos y media de la madrugada en Barcelona –como el Gran Tonino o el Muticlub, en cuya entrada una placa advierte que el local “se reserva el derecho de admisión de los menores de 40 años”– cuyo éxito puede provocar réplicas.
Así, el propio Luz de Gas va a reservar la barra del primer piso, piano incluido, a esa clientela que aparentemente va a “desalojar” de la pista principal, allí donde los cambios en la música, las fiestas temáticas a la medida de los treintañeros o la venta online alejará sin necesidad de chascos a los últimos de Filipinas de la noche de Barcelona.
“Mejor no entréis; hay un evento” Las discotecas han sofisticado sus argumentos para cribar al público y evitar pleitos. El periodista de RAC1 David Solans volvió hace unos días a salir con dos amigos –todos en los cuarenta y pocos– como hacían los jueves, después de siete años sin hacerlo, paternidad obliga. “Fuimos a la misma discoteca del centro de Barcelona a la que solíamos ir. Al llegar, el portero nos dijo: uy, mejor no entréis. hay un evento privado para gente muy joven”. Y sugirió que probasen al cabo de un par de horas. Uno de los amigos no se dio por vencido (ni captó la estrategia disuasoria). Tampoco hubo suerte. Filtrar la clientela sin ofender es sencillo, abundan las excusas: solo entran los inscritos en la lista, hoy tenemos un evento privado, no te gustará el ambiente...If you often open multiple tabs and struggle to keep track of them, Tabs Reminder is the solution you need. Tabs Reminder lets you set reminders for tabs so you can close them and get notified about them later. Never lose track of important tabs again with Tabs Reminder!
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