Los suicidios masivos de alemanes al terminar la Segunda Guerra Mundial


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Mass Suicides in Demmin

In the final days of World War II, the German town of Demmin witnessed a horrific mass suicide. Over a thousand of its fifteen thousand inhabitants killed themselves between April 30th and May 2nd, 1945. Families perished together using various methods, including razor blades, drowning with weighted stones, hanging, and cyanide.

Causes of the Suicides

Historian Florian Huber attributes the suicides to a combination of factors:

  • Nazi Propaganda: The 'all or nothing' ideology instilled fear of defeat and glorified suicide.
  • Fear of Soviet Retribution: The advancing Red Army and accounts of Soviet atrocities fueled terror among the populace.
  • Abandonment by Authorities: The escape of local leaders and soldiers left the citizens feeling abandoned and vulnerable.

The article cites the distribution of cyanide capsules by Hitler Youth before the fall of Berlin as evidence of the widespread acceptance of suicide as a response to defeat.

The Aftermath

The Soviet occupation of Demmin resulted in widespread looting, arson, and violence, further exacerbating the already catastrophic situation. The article uses personal accounts from diaries to depict the horrifying experiences of the inhabitants.

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Cientos de cadáveres flotaban en el río Peene. Otros colgaban de los árboles o alfombraban calles, parques y el interior de las casas. Pertenecían a amas de casa, funcionarios, maestros, agricultores... a gente de todos los oficios. Eran cuerpos de adultos, adolescentes, ancianos, niños y bebés; de civiles de todas las edades. 

Este apocalipsis tuvo lugar en Demmin, una ciudad agrícola del nordeste de Alemania donde el Partido Nazi había ganado las elecciones con soltura. Sus ciudadanos fueron parte de las decenas de miles de civiles alemanes que se suicidaron en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Solo en Berlín se calcula que se mataron más de diez mil.

El caso de Demmin es especialmente trágico: en solo tres días, entre el 30 de abril y el 2 de mayo de 1945, se desencadenó allí un suicidio masivo. Se mataron más de mil de sus quince mil habitantes. Familias enteras se aniquilaron con cuchillas de afeitar, lanzándose al río atados a pesadas piedras, ahorcándose, disparándose, con cianuro... los más afortunados.

«Se suicidaron porque a los alemanes les habían inculcado que era a todo o nada: o se ganaba o se moría. A eso se añadía el miedo a la violencia de los soviéticos», explica el historiador Florian Huber

Fue una espantosa orgía de suicidios y de asesinatos (se calcula que el 40 por ciento de los muertos fueron niños fulminados por sus propias familias) impulsada por el pánico. Además del peligro soviético –el Ejército Rojo se acercaba–, a su desesperación se unió la traición de los suyos. Les habían prometido protección. Pero el alcalde, las autoridades municipales, los líderes de los partidos, soldados y oficiales del Ejército alemán, los SS y los policías huyeron. Y volaron los puentes dejando a los habitantes de Demmin sin posibilidad de huir. Estaban aterrorizados. Sabían de las atrocidades de los soldados soviéticos porque en aquellos días miles de alemanes que habían huido del Este del país se refugiaban allí.

Estaban, además, contaminados por la propaganda nazi, que exigía la negación de la derrota, que ensalzaba la honorabilidad del suicidio y que también pregonaba la barbarie de sus enemigos. El 12 de abril, por ejemplo, las Juventudes Hitlerianas repartieron cápsulas de cianuro entre los asistentes al concierto de la Filarmónica de Berlín.

«La gente pensaba que no había futuro, que el mundo se acababa. Llevaban 12 años en una dictadura en la que los nazis les repetían que era todo o nada; o se ganaba o se perdía, se vivía o se moría. Así que, cuando quedó claro que iban a ser derrotados, la gente sintió que el mundo terminaba», ha explicado el historiador alemán Florian Huber, autor de Prométeme que te pegarás un tiro (Ático de los Libros), donde documenta los suicidios masivos de aquellos días.

El 30 de abril, los soviéticos entraron en Demmin. Saquearon comercios, se emborracharon, incendiaron casas e impidieron apagar las llamas. Y se entregaron al robo y la violación. Aplicaron el ojo por ojo furiosos por los crímenes nazis cometidos antes en Rusia. En tres días destruyeron el 80 por ciento de la ciudad.

Florian Huber se ha documentado con diarios de ciudadanos y los relatos son sobrecogedores. Karl Schlösser, por ejemplo, estaba en casa cuando llegaron los soldados bolcheviques. La familia presenció cómo violaban a su madre sin poder impedirlo. Al día siguiente, sus abuelos se suicidaron.

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