Margarita del Val fue la voz de la ciencia durante la pasada pandemia del Covid-19, que asoló el país entre marzo de 2020 y ... el verano de 2022. Habló mucho y claro, en una época en la que la población sentía miedo y zozobra ante el desconocido coronavirus, un virus que dejará, sin duda, una muesca en la culata de este convulso siglo XXI. Química, viróloga, inmunóloga, es investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha visitado Málaga para dictar una conferencia en el XVIII Congreso Anual de Biotecnología, que se celebra hasta el viernes en la Escuela de Ingenieros Industriales de la Universidad de Málaga (UMA). En esta entrevista, hace un profundo repaso de la pasada crisis pandémica y de las que podrían venir.
–Usted habló muy claro en la última pandemia. ¿Se le escuchó?
–Pues en muchas cosas se me escuchó y la gente todavía me lo dice: «En esto me ayudaste tú». O: «Esto me lo comparaste con la época en que no duermes con tus hijos pequeños y todo pasa». Para mí fue muchísimo trabajo, pero era un acto de responsabilidad, claramente.
–¿Qué aprendimos de la pandemia de Covid-19?
––Hemos aprendido que somos muy vulnerables y ese es el primer punto para responder. Porque aquí, en todos los países que no estaban en la órbita de China, Corea del Sur, Japón, Singapur, etc., perdimos como un mes entero pensándonos que éramos superpotentes y que no nos iba a llegar a nosotros. Un mes de un virus que se estaba multiplicando de una manera asintomática y transmitiéndose de esa manera loca es muchísimo tiempo. Saber que somos vulnerables, ese baño de humildad, creo que es muy importante. Y luego también es muy importante saber que la salud impacta radicalmente en el bienestar de la población y en la prosperidad económica. Eso es muy importante porque hay que cuidar la salud y hay que cuidarla en origen. Es decir, no vale cuando ya tengo las UCI llenas. No vale cuando tengo los hospitales cerca de la saturación. Lo que hay que hacer es ir al origen, ir a la prevención en salud pública y, mucho antes, que es en donde estamos nosotros, ir a la investigación. Hay que conocer cuáles son los agentes infecciosos que hay en mi campo que trabajan en las enfermedades infecciosas que circulan. Tener vacunas y soluciones preensayadas, pero también haber analizado desde la investigación todo aquello que no funciona y por qué no funciona. Todo ese bagaje no se improvisa. Hemos podido hacer vacunas tan rápidamente porque teníamos un conocimiento previo muy importante y eso está ahí de antes.
–Parece que a los expertos no se les escuchó...
–Se tardó en escuchar a los expertos, porque era algo nunca visto. Ese mes que perdimos se tardó en convencer a suficientes personas de que realmente la que se nos venía era tremenda. Y yo salté a los medios de comunicación porque mi mensaje del análisis de la situación de que la que se nos venía era muy grave, mucho más que una gripe, probablemente salió en el momento adecuado en el que ya había un poco más de caldo de cultivo de concienciación. Había muchas voces que lo estaban diciendo, pero no se nos quería escuchar porque era sin precedentes. Hay que tener en cuenta que el revolcón de la pandemia, y llamo revolcón por llamarlo de una manera muy suave, en realidad ha sido algo tan grave como lo que nos ocurrió cuando llegamos al continente americano, los europeos, nos enfrentamos a todos los agentes infecciosos que había allí, en el medio natural que no conocíamos y que se transmitían entre personas, y llevamos los nuestros inevitablemente.
llevamos los nuestros.
–¿Vivimos más pendientes del cáncer y nos olvidamos de las enfermedades infecciosas?
–Tenemos que estar pendientes de las dos cosas. Uno de cada seis tumores lo causa un agente infeccioso, para empezar. Y no hablo de agentes muy raros. Hablo, por ejemplo, del virus papiloma que causa el cáncer del cuello de útero y lo conocemos todos. Vivimos más pendientes del cáncer porque lo vemos más en el día a día. En el cáncer se ha avanzado mucho y debo decir que una de las revoluciones en el tratamiento del cáncer viene de la inmunología, que es mi campo, que es la inmunoterapia. Ha sido una revolución total y es reclutar al sistema inmunitario para enseñarle a combatir tu propio cáncer cuando él solo, sin enseñarle, no lo sabe hacer bien. Vivimos más pendientes del cáncer, quizás, pero las enfermedades infecciosas cuando entran causan lo que han causado. Es decir, puntualmente en nuestro ambiente tenemos bastante controladas a las enfermedades infecciosas y por eso las minimizamos y las olvidamos, pero cuando entran causan lo que nos acaban de causar en una época en que estábamos más preparados científicamente y tecnológicamente que nunca y han causado que el mundo entero parase a la vez. O sea que es un problema. Pero tenemos que trabajar en cáncer, en enfermedades infecciosas y en muchos más campos.
–¿Qué virus le quita el sueño ahora mismo?
–Pues hay varias amenazas: la gripe aviar que nos sobrevuela pero que no se transmite entre personas. Por lo tanto, aunque se habla mucho de ella, para mí el hecho de que haya 10 veces menos mortalidad que antes, que haya tres personas que fallecen de gripe aviar al año en todo el mundo, y que no se transmite entre personas lo convierte en un riesgo que nos sobrevuela pero que está más lejano. Me preocupa un riesgo muy cercano, sin embargo, como son las enfermedades transmitidas por mosquitos o por otros vectores, por garrapatas. Por ejemplo, aquí en Andalucía, especialmente el virus del Nilo, la respuesta al cual se está haciendo un poco con pasos adelante y pasos atrás, pero que en 2025 se ha aprendido claramente de lo que ocurrió en 2024 y se está bastante más preparado. 2025 es una prueba de fuego para el virus del Nilo, y no solo el virus del Nilo, los mosquitos y los vectores transmiten más agentes infecciosos. Pero quizás el que más me quita el sueño es la viruela mpox.
–¿La viruela del mono?
–En 2022 fue una epidemia multipaís que fuera de África realmente se transmitía por vía sexual muy promiscua y activa. Pero ahora, en África Central, se transmite a toda la población de todas las edades, hombres y mujeres, niños y adultos, y ya no solo por contacto sexual, sino por contacto doméstico estrecho. Y además, los más graves son los bebés más pequeños. Me preocupa porque sabemos cuál es su punto débil, que es que tenemos vacunas seguras y eficaces. Sabemos que lo que hay que hacer es vacunar a toda la población vulnerable, primero a los sanitarios y a los más expuestos y a los contactos, e inmunodeprimidos, y luego ir abriendo más. Pero no tenemos suficientes vacunas y, además, las vacunas no llegan allí. Es zona de mucho conflicto. Me preocupa que se nos vaya de las manos algo en lo que tendríamos que estar vacunando y controlando en su origen geográfico.
–¿Cuál podría ser la próxima pandemia?
–Pues no lo sé, alguna de estas tres. O uno de los virus nuevos exóticos, todavía con casos puntuales en rincones aislados del mundo.
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