Las fundaciones son organizaciones sin ánimo de lucro creadas por empresas o familias empresariales que se financian mediante donaciones, herencias y legados. Más de la mitad de las empresas del Ibex 35 tienen una fundación empresarial, que utilizan para canalizar su obra social. La ... Fundación Mapfre es la más antigua, creada en 1975. La Fundación Pharmamar es la más reciente, inscrita en 2022. La totalidad de las empresas de servicios financieros del Ibex tienen fundación empresarial y el 83,3% de las empresas energéticas del selectivo español tienen fundación empresarial. Las más conocidas por los ciudadanos, sin embargo, la Fundación Bancaria 'la Caixa' y la Fundación Telefónica. Y hasta aquí, lo que quieren que sepamos oficialmente de ellas. Más o menos.
Ahora bien, lo cierto es que las fundaciones empresariales se han convertido en objetivo prioritario tanto para el Gobierno como para sus socios, sobre todo catalanes –con la figura emergente del presidente de la patronal empresarial de la región, Josep Sánchez Llibre, como uno de los protagonistas, en simbiosis con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa– por aquello de perpetuarse en los puestos de poder sin estar en el poder propiamente dicho.
Y es que las fundaciones ofrecen hoy para todos ellos fabulosos sillones no ya para pasar la estancia en el oasis sanchista, sino discretos oasis para cuando toque atravesar el desierto de la oposición. Al fin y al cabo, hasta que la intervención del partido que ocupe el poder de aquí a dos años –en principio, el PP, claro, pero veremos– dé con los peones camuflados en la rebotica de las fundaciones puede haber pasado la legislatura entera y eso que llevan ganado.
La ventaja es doble. De una parte controlarían ingentes presupuestos con el aparente objetivo del amor al prójimo. De otra, tejerían una tupida red de satélites artificiales en torno al negocio que nutre a la fundación que no se termina por saber quién controla a quién mientras los habituales lo controlan todo. Me temo que su buen hacer en peligro está.
El caso es que 'sanchismo y cía' han puesto en su punto de mira a dos de las grandes fundaciones. Les guste o no. Lo sepan o no. La de La Caixa y la de Telefónica. Un año, en principio, tienen por delante para maniobrar. O eso confían. Y los dueños de las fundaciones, para reaccionar. De momento, las incipientes conversaciones entre todas las partes –Gobierno de España, Gobierno de Cataluña, y Fomento del Trabajo alentando a Junts (la nueva CiU, digamos, de la que Sánchez Llibre fue portavoz adjunto en el Congreso)– versan en torno a hacer algunos 'ajustes' legales para modificar, por ejemplo, la duración de los mandatos de los patronos, y así cuando llegue el cambio en lo más alto del poder del país –si llega claro–, mantengan a los suyos dentro de las fundaciones.
Sobre la mesa, pues, ojo avizor sobre la renovación de todos los patronatos de las fundaciones empresariales, la puerta de atrás –o directa, más bien– por la que acceder al control pero con 'guante de seda' de la compañía en cuestión, siendo el patronato el órgano de gobierno y representación de una fundación, responsable de administrar los bienes y derechos que componen el patrimonio de la fundación, y garantizar que se destinen eficazmente al cumplimiento de los fines fundacionales.
Y de plena actualidad desde que arrancamos el año ha estado, por ejemplo, el mundo Caixa que, tras cambiar al equipo ejecutivo y al presidente de Caixabank, tendrá que renovar el Patronato de su Fundación –de 15 miembros– antes del 21 de febrero de 2026, incluido al presidente, Isidro Fainé, que entonces tendrá 84 años. En sus manos está seguir con la buena senda de su legado apostando por los suyos, por los de su máxima confianza. Y en esas está y seguirá. Tiempo tiene. Lo dicho, un año.
De momento, esta misma semana, el patronato de la Fundación ha aprobado por unanimidad el nombramiento de Francisco Reynés (presidente de Naturgy, y uno de los hombres mano derecha de Fainé) y Maite Barrera como nuevos patronos de la entidad, por el período estatutariamente establecido de cuatro años. Asimismo, también ha aprobado la renovación como patronos de la entidad de Artur Santos y Marc Murtra, hoy presidente de Telefónica, también por un periodo de cuatro años.
En definitiva, las fundaciones son el poder con traje de noche. La atención se fija en los consejos de administración de las compañías, pero son los patronatos las auténticas cocinas del poder, donde se cuecen decisiones y operaciones fuera de foco, en la sombra, en el ángulo muerto que tanto gusta al sanchismo para mantener sus equilibrios inestables. En el punto de mira están.
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