Miki, tu libro cosechĂł excelentes crĂticas en Reino Unido, sin embargo tuviste reticencias iniciales a escribirlo. ÂżPor quĂ©?
No sabĂa cĂłmo escribirlo, y la verdad es que no tenĂa claro que alguien estuviera interesado en leerme. Quizá influyĂł el hecho de que yo no sea lectora de libros de rock, o que pensase que, vale, Elton John escribe su biografĂa rockera, no Miki Berenyi de Lush, Âżsabes? Pero una vez que me convencieron, estuve dispuesta a hacerlo.
En estas memorias existen dos partes diferenciadas, la familiar y la que narra tu historia con Lush. ¿Cuál de las dos te ha costado más escribir?
La escritura de la primera parte la disfrutĂ© más, ya que abordar el tema de la banda era más complicado, Emma y yo no hablamos, Phil King (segundo bajista de Lush, sustituyĂł a Steve Rippon) y yo tampoco. Resulta difĂcil escribir acerca de personas con las que no hay esa amistad siendo ecuánime, sin que suene demasiado amargo. Por otro lado, pese a que no haya relaciĂłn, no dejas de pensar en por quĂ© acabĂł asĂ. Quizá eso fue un poco más complicado. Mientras que las cosas de familia pues… Era bastante difĂcil, pero me gustĂł escribir sobre ellos, mi padre ya no está vivo, puede que eso facilitara las cosas. Él no puede cabrearse conmigo ya por este libro, mientras que mi madre no ha podido ser más comprensiva. Siempre te preocupa que las relaciones puedan deteriorarse al escribir ciertas cosas, era mi principal preocupaciĂłn. Pero me parecĂa fascinante escribir sobre mi infancia, precisamente por su lejanĂa en el tiempo, sentĂa como si todos aquellos episodios le hubieran pasado a otra, habĂa más objetividad. El tema de la banda aĂşn está caliente.
Has dicho, con razĂłn, que la infancia es muy resiliente. ÂżExiste suficiente conciencia acerca del abuso dentro de las familias? En tu caso, encarnado en tu abuela paterna, Nora.
La vieja Nora, pobre, Dios (rĂe)… hay mucha más conciencia ahora, pero tambiĂ©n un poco de lucha entre lo que la gente quiere escuchar y la experiencia en sĂ. Cuando hay zonas grises es complicado hablar. Ahora dices “Dios, sufrĂ abuso de niña” y la gente se muestra comprensiva, pero hace 30 años me habrĂan mirado como a una zumbada. Ahora el pĂşblico acepta que estas cosas pasan, pero está la idea de que tiene que ser algo dramático, como si no hubiera matices… y eso quise tocarlo en el libro, puesto que mucha gente se siente asĂ. No encajo en el patrĂłn de vĂctima, es como si considerase que quizá habĂa sido culpa mĂa, que a lo mejor no era más que una niña mimada, etcĂ©tera.
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