«Yo soy un cura pelado y mondado», decía de sí mismo Juan Antonio Jiménez Lobato en una entrevista publicada en HOY el 28 de ... junio de 2008. En esos días celebraba el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal y no dudó en relatar algunos de los momentos más significativos de su vida. Porque 'don Juan Antonio', como le conocían todos, no era un cura al uso. Había nacido en una familia muy humilde, pero supo sobreponerse a las adversidades hasta convertirse en uno de los sacerdotes más polifacéticos de la diócesis: tenor en la Catedral de Badajoz, licenciado en varias carreras universitarias y catedrático de instituto, fue también impulsor de dos residencias por las que han pasado miles de extremeños, una en Punta Umbría y otra en Badajoz.
La primera, tal vez la más popular, hizo posible el «veraneo social» de familias y colectivos que disponían de pocos recursos. Estaba en Punta Umbría (Huelva), en una de las playas más próximas a Extremadura, y por ella han pasado durante décadas grupos de parroquia, asociaciones de discapacitados, colectivos de toda condición, familias con recursos escasos y gentes de todo tipo «que buscaban un ambiente de paz, alegría y tranquilidad asequible a sus bolsillos».
Esa residencia fue promovida por las Hermandades del Trabajo, una asociación de fieles de ámbito diocesano que también impulsó una residencia universitaria en la calle Santo Domingo de Badajoz. «La Universidad de Extremadura empezó a funcionar en 1973 y yo veía que muchos chicos como yo no podían hacer una carrera por falta de medios. Por eso en la residencia, cada curso, había entre uno y cinco alumnos que pagaban menos o que no pagaban. Esto hizo que el obispo de aquí dijera que la residencia era una obra de la fe y del amor», explicaba este sacerdote.
La apuesta de Jiménez Lobato por ese servicio no fue casual. Siempre dijo que su familia «no era humilde, sino muy humilde». «De niño iba con mi padre a los campos de los señoritos para trabajárselos y con lo que ganaba ahí y lo que sacaba con el café de estraperlo nos alimentaba».
«Mi maestro, Don Francisco, le dijo a mi madre que yo era bueno para los estudios. Recuerdo que vinimos 91 niños al examen de ingreso, pero sólo aprobamos 30. Mi vocación comenzó como vocación de boca, porque no tenía para comer, pero luego se fue transformado en una llamada verdadera».
El primer curso compartía pupitre con otros 65 chicos, pero sólo once terminaron la carrera sacerdotal. De esos once, cinco se habían secularizado en 2008, cuatro habían fallecido y sólo dos seguían ejerciendo el sacerdocio.
En esa época, la residencia de Santo Domingo tenía dificultades y decidió ofrecer sus servicios a trabajadores que buscaban un lugar donde residir. También la de Punta Umbría atravesaba horas bajas por un problema urbanístico que perjudicó su funcionamiento.
Esos dos proyectos fueron impulsados por las Hermandades del Trabajo, a las que este sacerdote ha dedicado su vida con el apoyo de un equipo de seglares del que formaron parte María José Mateos, Mari Chaves y Rosi López. «Todos hemos trabajado por la hermandad sin percibir nada a cambio», resumía.
Pero la vida de este sacerdote fue más amplia. «Yo veo que la sociedad nos sigue exigiendo ser luz, pero la función de la luz es ir por delante, no por detrás. Quizás este haya sido uno de los grandes regalos que he recibido del Señor, el de haber ido un poquito por delante, a pesar de que eso ha hecho que recibiera toda clase de injurias y críticas. Ya en la década de los 60 un curita joven dirigiendo un coro mixto con chicos y chicas guapas en la Escuela de Magisterio llamaba la atención. También me han criticado por mis andanzas en El Rocío, por ir montado a caballo... Pues mira, yo no he confesado en mi vida más que montado a caballo, camino de El Rocío he confesado a jóvenes que no se acercan a un cura ni de lejos».
El pasado viernes, Juan Antonio Jiménez Lobato fue despedido en la Catedral de Badajoz. Presidió el arzobispo y una treintena de sacerdotes participaron en su funeral, en el que estuvo presente el simpecado de la Hermandad del Rocío de Badajoz, la ciudad que por empeño suyo en el año 2010 homenajeó a Punta Umbría en la calle que lleva el nombre de esa localidad onubense.
If you often open multiple tabs and struggle to keep track of them, Tabs Reminder is the solution you need. Tabs Reminder lets you set reminders for tabs so you can close them and get notified about them later. Never lose track of important tabs again with Tabs Reminder!
Try our Chrome extension today!
Share this article with your
friends and colleagues.
Earn points from views and
referrals who sign up.
Learn more