El puente del Primero de Mayo estuvo marcado por la okupación en Valladolid. Además del caso de los dos jóvenes de la calle Domingo Martínez, ... uno de ellos hasta trepó por la fachada para volver a 'su' casa, la Policía Municipal tuvo que intervenir hasta en otros dos avisos que no lograron evitar frenar esa instalación ilegal de los nuevos moradores. Ambos en Las Delicias y ambos separados por escasos metros de distancia entre los mismos.
Uno de ellos se confirmó en la tarde del pasado día 2 en el número 17 de la calle Argales. Un aviso alertaba de que vecinos de la zona habían presenciado cómo varias personas entraban en un bloque sin ninguna autorización. Hasta ese edificio se acercó una patrulla de la Policía Local, que llegó a identificar a dos personas. En ese punto también comprobaron que había una habitación con dos camas, aunque no encontraron a nadie más en el inmueble.
A pesar de todo, estos dos moradores ilegales se negaron a abandonar el edificio, por lo que se informó a los requirentes de las instrucciones a seguir para interponer denuncia.
La misma historia se repitió un día antes en el número 6 de la calle Córdoba, también a media tarde. En esta ocasión, fue el propietario del inmueble el que llamó a la Policía Municipal tras comprobar que la llave de su casa no servía para abrirla. Se la habían cambiado y no podía acceder.
Ya con la presencia de los uniformados salieron de la misma tres personas de origen marroquí, quienes afirmaron que llevaban bastante tiempo viviendo allí. Fue en ese momento en el que los agentes intentaron mediar para que abandonaran la casa, a lo que se negaron. Así que al propietario no le quedó más remedio que trasladarse hasta dependencias de la Policía Nacional para denunciar los hechos.
Estos no son los únicos casos de okupación en el barrio de Las Delicias, pues en la confluencia de las calles San José de Calasanz y Delicias esta situación perdura en el tiempo en dos casas molineras. Foco de moradores ilegales, se estima que sea una decena, que 'viven' en esos dos terrenos desde que hace unos seis años falleciera el último inquilino legal. Desde entonces los sucesos han sido de toda índole, con incendios, peleas y un sinfín de basura en su interior.
«Una vez vi cómo sacaban a una mujer como si fuera un saco de patatas», relataban vecinos de la zona. «Hay mucha basura y lo peor de todo es que el tejado de una de esas casas molineras está a punto de colapsar. No sé si tardará un mes o un año, pero cada vez está peor», continuaban.
Los patios de esas viviendas están repletos de restos de obras o muros que se han vencido con el paso del tiempo. Son escombreras en terrenos particulares.
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