This article examines the reasons behind the poor performance of 'La familia de la tele' ('LFDLT'), a Spanish television program on RTVE featuring personalities from the popular show 'Sálvame'. The program, initially anticipated to be a success, has consistently underperformed, achieving significantly lower ratings than the channel average.
Several television experts offer insights into the program's failure, highlighting issues such as a mismatched format for RTVE, creative constraints, cast dissatisfaction and audience fatigue.
The article concludes that 'La familia de la tele' ultimately failed to replicate the success of 'Sálvame' due to a fundamental incompatibility between its format, the expectations of the RTVE audience, and the imposed constraints on the show’s style.
Vale que los años veinte (del siglo XXI) están siendo una locura imprevisible, pero si hace tres años dices que Belén Esteban, Kiko Matamoros y María Patiño iban a entrar en TVE en carroza, te hubieran tomado por un chalado... La llegada del Universo Sálvame a la tele pública ha levantado tal polvareda que resulta difícil analizar La familia de la tele (LFDLT) sin guerras culturales (¿lo que antes llamábamos telebasura puede ser ahora progre?) o batallas partidistas (como LFDLT ha gripado, la oposición se ha lanzado contra una TVE en crisis reputacional por el cuore canallita).
Aunque la refriega política es relevante, no responde del todo a la gran duda televisiva que flota en el ambiente industrial: por qué ha fallado un programa que aspiraba al liderazgo, pero tiene entre cuatro y cinco puntos menos que la media de la cadena, y es la penúltima o última opción en su franja entre las generalistas, agujero que suele llevar a la cancelación. Tras años de éxitos, el salvamismo está en alerta roja. ¿Por qué el pueblo le ha dado la espalda?
LFDLT arrancó regular (desfile empachante de carrozas en Prado del Rey), siguió peor (menos público cada día) y, cuando estaba con el agua al cuello, hizo un monográfico terapéutico sobre su pobre audiencia, épico aquelarre en el que destacó una mosqueada Belén Esteban. No nos equivoquemos: una cosa es que ese programa estuviera guionizado —catarsis interna en directo para recuperar público— y otra que el malestar de Esteban no fuera real. ¿A quién le gustaría dejar de ser la princesa del pueblo? "Andreíta, cómete el pollo", ya no chuta como antaño. En los pasillos de Mediaset, los salvamistas eran los reyes del mambo; en los de RTVE, unos entes extraños. Del jiji-jaja al mal rollete...
"No me gusta cuando me dicen de qué podemos hablar [en el programa]... [Órdenes] de gente de arriba". "No me reconozco ni a mí ni a mis compañeros". "No quiero estar en este programa porque no soy la Belén Esteban que quiero ser", alegó Esteban durante la catarsis hablando de sí misma en tercera persona. Traducción del pensamiento Esteban: TVE les había encorsetado demasiado por miedo al qué dirán.
Aunque la madre de Andreíta tenía algo de razón —¿Belén Esteban a medio gas tiene sentido como personaje catódico?— no es menos cierto que, más allá de la modulación del tono, las temáticas iniciales de LFDLT fueron 100% salvamistas, con la hija de la Pantoja encadenada al sofá, abuso verbal contra el clan Campos, amantes de Bertín a flor de piel y ganchos truchos para retener a la audiencia. TVE prometió que LFDLT no sería Sálvame, pero LFDLT parece un Sálvame repeinado por los protagonistas de Sálvame. Es decir, ni Belén Esteban puede denunciar que le han puesto a presentar Metrópolis, ni TVE fingir que no sabía lo que compraba (contraté a los de Sálvame para hacer un programa sobre filósofos escandinavos atormentados y me han venido con otra cosa).
De hecho, si de reputación hablamos, los principales damnificados de la ambigüedad fundacional de LFDLT fueron los presentadores empotrados por TVE para ¿blanquear? el Universo Sálvame, Aitor Albizua e Inés Hernand, que apenas abrieron la boca los primeros programas, como reconocieron durante la catarsis en directo sobre la crisis de audiencia del programa. "Yo no sé hacer prensa rosa. Yo no venía tampoco a hacer prensa rosa. Pero a mí me dicen como profesional que estos son los temas e intento hincarle el diente como sea", alegó Albizua. "Hay gente de la que hablamos que no sé ni quién es. Pensaba que el magacín iba a incorporar otras temáticas", añadió Hernand.
"No se puede hacer un 'Sálvame' blanco porque no es su esencia y se nota que está forzado"
Aunque los discursos justificatorios de Esteban, Albizua y Hernand, dirigidos a sus respectivas parroquias/audiencias, sonaron a sálvese quién pueda del barco a la deriva, reflejaron bien las disfuncionalidades del proyecto, como contar con tres presentadores, pero tenerles con un brazo atado a la espalda, sensación permanente de nadie al volante. Si Sálvame era el caos controlado —gracias al flow irónico de Jorge Javier Vázquez, cuya sombra es alargada— LFDLT es un coche que o se cala o da volantazos (la gran solución para parar la sangría de público ha sido separar a Albizua y Hernand de los salvamistas, cada uno con su bloque diferenciado, reconocimiento del fallido totum revolutum original. Pero la fórmula segregada tampoco ha funcionado (el programa ha seguido haciendo mínimos esta semana).
En una frase: TVE compró el universo Sálvame, pero solo quería la puntita. Quiero y no puedo muy lejos de los resultados históricos de Sálvame, en los que merece la pena detenerse para establecer contrastes.
Pequeño contexto: tanto se quemó Pepe Navarro con la conspiración de Alcásser, festival de manipulación emocional de una audiencia monstruosa, que casi olvidamos que Esta noche cruzamos el Mississippi marcó varios hitos televisivos, con su invención de la franja nocturna y su desahogo temático de alto voltaje social. De igual modo, los excesos y atropellos de Sálvame para mantenerse en lo más alto, vinieron acompañados de varias innovaciones televisivas, enumeradas por Carolina Abellán —profesora de televisión en la Universidad Carlos III— para este reportaje:
"1) Híbrido de géneros: Sálvame mezcló entretenimiento, prensa del corazón, reality y talk show, todo en uno. No había una estructura clásica y eso fue parte de su éxito. 2) Guion en tiempo real: el programa se construía sobre la marcha. Si pasaba algo en directo, el rumbo se cambiaba al instante, lo que generaba una sensación de imprevisibilidad muy adictiva. 3) Los colaboradores como protagonistas: los tertulianos no eran meros comentaristas, sino personajes con tramas propias. Se exponían sus vidas, discusiones, amores y enemistades. 4) Ruptura de la cuarta pared: hablaban directamente con el director, con la audiencia, con el regidor… incluso los técnicos participaban. La mecánica de "programa dentro del programa" se volvió habitual. 5) Duración y flexibilidad extrema: empezó siendo un espacio corto y llegó a ocupar tardes enteras y se adaptó sin problemas a los vaivenes de la programación. 6) Tratamiento paródico de sí mismo: En Sálvame eran autoconscientes de su realidad y parodiaban su tono, exageraban sus propios códigos y jugaban con el exceso como marca de identidad. 7) Formato transversal: creaba contenido que se extendía a otros programas de Mediaset, tejiendo una red de contenidos interconectados".
Innovaciones retrospectivas que brillan más ahora que el formato ha entrado en crisis. ¿Viven de rentas los salvamistas? ¿Se han convertido en memes inofensivos de sí mismos? ¿Su concepto es demasiado macarra para que lo abonemos entre todos?
Hablamos con tres expertos televisivos sobre el petardazo de LFDLT.
PREGUNTA. ¿Es La familia de la tele un nuevo Sálvame?
Carolina Abellán. La familia de la tele es un Sálvame descafeinado. El formato original era gamberro, descarado y esperpéntico. Sálvame fue más que un programa del corazón: fue un laboratorio televisivo que transformó la forma de hacer y consumir televisión en España y, de hecho, algunas de sus innovaciones se pueden rastrear hoy en día incluso en programas serios de género informativo.
Sálvame fue posible gracias al respaldo continuado de Mediaset, que sostuvo el programa durante catorce años debido a sus cifras de audiencia. Aunque en numerosas ocasiones el contenido patinaba hacia la vulgaridad, en el ámbito de la televisión privada prevalece la lógica del mercado: cuanta más audiencia, más anunciantes y más ingresos.
P. ¿Qué le ha fallado al programa?
Xabier Migelez (Jefe de Televisión EL CONFI TV). La familia de la tele falla desde su planteamiento inicial. La Osa Producciones y RTVE vendieron un concepto de programa que difícilmente puede competir por la audiencia. Fue fácil presentarlo como un "living show abierto e inclusivo", que supuestamente mezcla lo mejor de los géneros tradicionales "para una televisión de servicio público", pero luego hay que plasmar esa idea en una escaleta, hay que ejecutarla y, sobre todo, hay que defenderla frente a unos índices de audiencia que no dan la talla. Los cambios, en la estructura del formato y en sus contenidos, son una constante desde las primeras entregas, lo que refleja la poca confianza que hay en lo que se está haciendo. Y si el propio equipo no cree, ¿lo van a hacer los espectadores?
"En TVE tratan de vender que eso es moderno, y el público no lo traga"
Jimina Sabadú (escritora, cineasta y crítica televisiva): Hay dos problemas que se juntan. El primero es que LFDLT no es un programa para RTVE. No es un presentador o un productor que vengan de la prensa rosa. Se trata de todo un concepto (Sálvame) trasladado a una televisión pública. Personas que han vivido de —hablando claro— hundirle la vida a otros y, aunque en los últimos tiempos iban invitados que querían estar en la rueda del cuore, han vivido de expoliar la intimidad ajena. Eso por no hablar de la trama Deluxe [Empleados de Sálvame y un policía aguardan juicio por cohecho y revelación de secretos]. No puedes alimentar un canal público con gente que se ha hecho famosa por ser hija de, hermana de, expareja de, y que no ha hecho nunca nada salvo hablar mal de otros por dinero. Es una falta de ética intolerable. Les hemos contemplado y en cierto modo es culpa nuestra también (como espectadores y como periodistas), pero esto es cruzar una línea roja. TVE lleva muchísimos años programando talents de ética dudosa que no entiendo en un servicio público, máxime cuando benefician a una productora externa que anuncia sus productos en una cadena pública. Pero esto es mucho más grave.
Xabier Migelez. Las primeras entregas de La familia de la tele fueron un caos absoluto. Anarquía en estado puro. La imagen que dio TVE fue realmente lamentable, aunque la responsabilidad directa no fue de ellos, sino de la productora. Nadie fue capaz de poner orden y, tres semanas después, los fallos prácticamente son los mismos: predomina el ruido, se pisan al hablar, no hay rumbo alguno y, en ocasiones, la improvisación parece ir por delante del propio guion. En Telecinco la audiencia consumía esa macedonia televisiva, pero en TVE se han encontrado con un público mucho más exquisito. Da la sensación de que nadie va con los deberes hechos y para opinar uno tiene que saber muy bien de lo que habla.
Jimina Sabadú. [Los creadores de LFDLT] estaban haciendo un muy buen programa en TEN, Ni que fueramos Shhh. Era una renovación del concepto Sálvame donde eran libres y empezaban a hacer una suerte de terapia de grupo. Era un programa macarra, surrealista, autoconsciente, y muy divertido. Además habíamos descubierto el talento de Marta Riesco para la tele. Aquí, en TVE, intentan amoldarse a las normas de Prado del Rey —donde por lo visto no les quiere nadie— y ni saben ni les apetece. ¿Por qué tiene Terelu que aguantar que hablen mal de ella desde TVE? El matonismo sobra en TVE.
"El programa no engancha porque pretende ser lo que no es y vivir de unas rentas agotadas"
Carolina Abellán. Eso funciona en Telecinco pero en una televisión pública, con otro tipo de audiencia y otros estándares, chirría. No se puede hacer un Sálvame blanco o familiar porque esa no es su esencia y se nota que está forzado. Es intentar meter un Boing 787 en un hangar para avionetas.
Jimina Sabadú. Tenemos a Patiño y a Esteban fingiendo que han visto alguna vez La promesa, y a Aitor Albizua haciendo como que le interesa lo que dice Pepi Valladares cuando en realidad es la primera vez que oye ese nombre. Es un plató en el que nadie está contento, y eso se transmite al público.
P. ¿Por qué la audiencia ha dado la espalda al programa?
Jimina Sabadú. David Valldeperas [exdirector de Sálvame y director de LFDLT], además de ser el Mal encarnado (supongo que decir esto no es delito) es un tipo que sabe hacer televisión mejor que nadie. Ética no tiene, y moral tampoco. Él sabía buscar audiencia en una cadena (Telecinco) donde todo estaba permitido. Aquí no es así. La fórmula de Sálvame salió de Telecinco porque estaba agotada, pero también porque había asuntos sucios en curso (la trama Deluxe). En Ten estaba funcionando, pero seguro que esta gente consume más dinero en un mes que tú y yo juntos en un año.
Xabier Migelez. Se dice que el equipo de La familia de la tele no puede hacer la televisión que realmente le gustaría hacer o la que hacían en sus anteriores etapas (Sálvame o Ni que fuéramos Shhh), de ahí su mala audiencia. ¿Acaso nadie sabía que fichaban por TVE? La cadena pública tiene una serie de líneas rojas que nadie debería traspasar. Algunos se agarran a eso para justificar el batacazo de estas últimas semanas, sin embargo, muchos de esos límites ya se están cruzando. Que se lo pregunten a Bertín Osborne, a Terelu, a Paz Padilla…
Carolina Abellán. Han puesto a sus colaboradores —Esteban, Patiño, Matamoros— a hacer algo que no les sale natural. De hecho, la propia Esteban lo explicó la semana pasada: "Estoy acostumbrada a hacer otro tipo de televisión. Quiero ser la que era antes. Estoy amargada aquí". Lo suyo es el corazón sin refinar, la polémica y el alboroto, pero la tele pagada por el contribuyente no está para eso. Y, como el producto queda impostado, el espectador no se lo cree. Y algo más: no es descartable que el público se haya cansado del universo Sálvame. Han estado en lo más alto durante casi lustros, una eternidad en televisión. Pero todo llega a su fin.
Jimina Sabadú. El nuevo director de RTVE quiere hacer de TVE una cadena privada, pero con intención de agradar al gobierno, como si fuera un agitprop rosa para las sobremesas. Por más que dijera Jorge Javier Vázquez, Sálvame no lo veían rojos y maricones, sino gente básicamente reaccionaria (la tercera edad en su mayoría), que no lo percibía como el accidente pop que disfrutábamos nosotros.
Xabier Migelez. La familia de la tele no engancha porque pretende ser un programa que no es y pretende vivir de unas rentas que hace tiempo se agotaron. El fracaso de audiencia ha descolocado a todo el equipo y el desánimo de los colaboradores traspasa la pantalla. Además, TVE se equivoca con su estrategia de programación. No puedes dividir el programa en dos y esperar a que los espectadores no hagan zapping. Dicen que el formato necesita tiempo para asentarse en la parrilla, pero si cada día la estructura es diferente (al igual que la disposición del sofá central) la fidelidad del público será lo último que ganen.
Jimina Sabadú. Sálvame ha criado a varias generaciones de personas solitarias y enganchadas al televisor. Gente que busca que los que se salen de lo normal sean castigados con la humillación pública. Ahora en TVE nos tratan de vender que eso es moderno, y el público no lo traga. Viendo las audiencias, en cuanto llegan ellos todo se desploma. Y va a seguir así porque no es un producto para esa cadena. Cada programa sale por 80.000 euros, es decir 400.000 euros por semana para que entrevisten a la hija de la Pantoja o para que le hagan las mechas a la Esteban. Y ellos ahora le echan la culpa a la cadena. En resumen: ellos saben hacer una cosa y esa cosa en TVE no se puede hacer. ¿A qué han ido, pues?
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