Trump, ese camarero francés, por Carlos Zanón


This opinion piece uses the metaphor of Donald Trump as a French waiter presenting a limited menu of fear-mongering political options to critique his simplistic approach to complex issues.
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Aún bajo el impacto del cómo y el qué de esa obra maestra que se puede ver en Netflix y que deberíamos ver todos en abierto: Adolescencia, aparece Donald Trump en un nuevo papel: el de camarero francés. Si tienen la suerte de seguir viajando recordarán que, en Francia, los platos del día están apuntados en una pizarra. Una vez se sientan ustedes a la mesa que les indican, el camarero transporta la pizarra, la apoya en una silla y explica qué podrán comer hoy. Luego, los deja unos minutos a solas con esa pizarra mientras intiman con su apetito y le preguntan cómo lo ve.

   Mark Schiefelbein / AP

Mutado en camarero parisino, Monsieur Trump nos mostró su pizarra, pero donde solo hay sopa de zanahoria con arancel o zanahoria con sopa de arancel. De un tiempo a esta parte, su plato del miedo suele ser plato único. Plato y el camarero que, ante tanta amenaza, más que miedo, produce hartazgo. Cada día nos avisa de la sopa de zanahoria con arancel o zanahoria con sopa de arancel con o sin Groenlandia, con o sin salsa Zelenski, pero siempre lo mismo, sin dejar de parlotear. Añoramos quedarnos a solas con la pizarra, en silencio y mirar qué tal India o cuál es el signo del magnesio. Cosas para las que sirve una pizarra.

¿Por qué a millones de personas les reconforta que todo sea en blanco y negro, o ellos o tú?

Entre Adolescencia y la pizarra de Trump hay una goma tensada a punto de romperse y la pregunta es cómo, siendo tan inteligentes, capaces de matices y arcos cromáticos, de autocrítica, de convenir que los problemas son complejos y tienen un montón de causas y derivadas (psicológicas, económicas, políticas, culturales…), a millones les reconforta que todo sea en blanco y negro o ellos o tú, cuando muchas veces tú también eres ellos, pobre propietario de un voto cada cuatro años. Probablemente la respuesta es el miedo.

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A Trump le gusta dar miedo. El miedo es parte de Adolescencia. El miedo a no ser aceptado, a no ser querido, a ser diferente o a ser uno más. Miedo a la confusión, al caos, a la falta de normas. Miedo al matón. Miedo a la soledad.

No parece que Trump tenga miedo a equivocarse o ser substituido, pero sí que tiene prisa. Como el Capitán Garfio, sabe que le persigue un cocodrilo con un reloj dentro de la barriga. La tiza de las pizarras se borra. La zanahoria harta. Un niño puede ser una bestia acorralada y morder.

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