El nuevo Tivoli ya tiene imagen. Las negociaciones para reabrir el mítico parque de atracciones, desbloqueadas tras el acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Benalmádena ... y el grupo inmobiliario Tremón, avanzarán este jueves, cuando está previsto que el pleno apruebe el convenio que desbloqueará la situación de uno de los grandes símbolos del ocio en Andalucía. El documento, suscrito por el alcalde, Juan Antonio Lara, y la promotora que posee el complejo, permitirá la construcción de un nuevo parque de atracciones ligeramente más grande que el anterior (69.869 metros cuadrados) y, a su vez, de un gran complejo turístico y comercial.
Tras el pertinente período de exposición pública y la desestimación de las alegaciones presentadas por la oposición y dos colectivos (Benalmádena en Transición y Fundación Democracia), rechazadas por los técnicos municipales al considerarlas «carentes de relevancia jurídica y técnica», el convenio será aprobado por el Gobierno local (PP), que ostenta mayoría absoluta. Este trámite pone en marcha la innovación del planeamiento, que debe ser incluida en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).
Ahora la promotora tiene tres meses para presentar la documentación técnica necesaria. En las primeras infografías, a las que este periódico ha tenido acceso, ya se observa que el parque conservará algunas atracciones míticas como la noria o la caída libre y que la zona comercial y de restauración prevé contar con marcas como Domino's Pizza, Foster's Hollywood, Rodilla o La Tagliatella, aunque estos acuerdos serán cerrados cuando la fecha de reapertura esté más próxima.
En el protocolo, el Ayuntamiento se compromete a tramitar «con la mayor celeridad posible y hasta su aprobación definitiva» la transformación urbanística que requiere el proyecto, basándose en su «relevancia y trascendencia social». Pero, si el nuevo parque será ligeramente más grande que el anterior, ¿cómo es posible que el acuerdo contemple además la creación de un complejo comercial y turístico? Desde el Consistorio permitirán multiplicar el techo edificable casi por tres. El alcalde, además, arrancó a Tremón el compromiso escrito, y recogido en el convenio, de contratar a los antiguos trabajadores de Tivoli que se vieron afectados por su cierre en 2020. La promotora tampoco podrá abrir la zona comercial y hotelera sin antes inaugurar primero, o a la vez, el parque de atracciones.
Lara ya se dirigió a la oposición hace días, cuando pidió «altura de miras» para apoyar esta tramitación, que considera «otro paso fundamental para lograr esa reapertura de Tivoli que quiere toda Benalmádena». El primer edil recordó que «no hay tiempo que perder» y avanzó que «haremos todo lo que esté en nuestra mano» para que el parque «reabra cuanto antes». Esta reapertura es una de las grandes cuentas pendientes de Benalmádena. Lara inició las conversaciones con Tremón al inicio de la legislatura, en el verano de 2023, tras toparse con que las relaciones entre la promotora y el Ayuntamiento estaban rotas y judicializadas.
La inversión superará los cien millones de euros y supondrá la creación de decenas de empleos. La luz al final del largo túnel en el que el proyecto permanecía estancado asomó el año pasado, cuando Tremón protegió el nombre, el logo y el dominio web de Tivoli. Poco después, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) anuló el acuerdo plenario impulsado por el anterior Ejecutivo municipal de Víctor Navas (PSOE) que trataba de prohibir la apertura de proyectos comerciales o turísticos en el parque.
La solución actual pasa por abrir la puerta a esos nuevos usos, en consonancia con la sentencia del TSJA, a la vez que se blinda la histórica identidad de Tivoli como parque de atracciones. Su historia se remonta a 1972, cuando su primer propietario, el danés Bent Olsen, presentó el proyecto como una fábrica «de ilusiones». Fuegos artificiales, una montaña rusa, la pagoda china, un lago con embarcaciones o casi una veintena de fuentes que ofrecían todo un espectáculo de agua, luz y sonido dieron el pistoletazo de salida a la historia de un complejo que ha alternado épocas doradas y lánguidas sin perder su condición de referente de ocio para varias generaciones de malagueños.
Lejos quedan aquellos tiempos de esplendor de Tivoli, zarandeado desde hace décadas por conflictos judiciales, pleitos laborales e incluso una durísima pelea por su propiedad, ganada finalmente por Tremón al empresario cordobés Rafael Gómez, más conocido como Sandokán. Fue él quien compró el parque a su fundador en 2004. Los problemas no tardaron en llegar en forma de expedientes de regulación de empleo, impagos a la Seguridad Social y descuido de las atracciones, una tormenta que culminó en 2020 con el cierre de uno de los mayores símbolos de la provincia. Esa etapa negra queda ya superada con un proyecto que devolverá a Benalmádena su principal icono.
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