La primera sesión de control tras el escándalo de Santos Cerdán, y la última de la temporada, se ha convertido en una bronca monumental con los diputados del PP golpeando sus escaños al grito de “¡dimisión, dimisión!” y una escena preparada por Santiago Abascal, líder de Vox, en la que ha abandonado el hemiciclo sin escuchar la respuesta de Pedro Sánchez y mirándole fijamente a la cara con desprecio cuando ha pasado a su lado. El presidente ha optado rápidamente por la estrategia del “y tú más”, echándole a Alberto Núñez Feijóo los casos de corrupción del PP a la cara. Ahí la bancada popular ha estallado y la presidenta, Francina Armengol, ha tenido muchos problemas para controlar la sesión, mientras los dos grandes grupos aplaudían en pie a sus líderes. Frente al PP, Sánchez y otros ministros han optado claramente por un contrataque con el caso Gürtel, el caso Kitchen y tantos otros, en una estrategia coordinada para hacer frente al momento más difícil del Ejecutivo en siete años.
“Usted es un presidente profundamente atrapado en una trama de corrupción. Por mucho que se maquille, usted no es la víctima. La víctima somos los españoles”, ha arrancado Feijóo. “Usted ha venido a decir que no convoca elecciones porque las perdería. No tiene que salvar los españoles de sí mismos, los españoles tienen que salvarse de usted y esperan su carta de dimisión”, ha rematado. Sánchez ha dicho entonces que lo único que se va a adelantar son “los casos de corrupción del PP que se van a juzgar en los próximos meses”. “Los españoles pagan impuestos muy elevados para que algunos los gasten en putas”, le ha espetado Abascal antes de marcharse. “Se ha ido a desayunar y les ha dejado aquí colgados”, se ha burlado Rufián mirando a los diputados de Vox, que se han quedado.
Sánchez ha cambiado por completo el tono, y ha pasado de la petición de disculpas de la semana pasada a una ofensiva contra la oposición de PP y Vox, porque cree que no están legitimados para hablar de corrupción al tener casos graves en su seno. La diferencia, explica el presidente, es que el PSOE actúa en cuanto hay indicios y el PP y Vox tapan la corrupción. Sánchez ha intentado volver a los datos de gestión económica, pero era inútil, porque la sesión estaba protagonizada por la corrupción que pone en cuestión incluso la supervivencia política del Gobierno.
Por eso era muy relevante escuchar a los socios. Algunos han hecho gestos claros con su ausencia, como Yolanda Díaz y Ernest Urtasun, los dos ministros de Sumar con más poder, que no han acudido a la sesión. Solo lo han hecho los miembros del Gobierno de Sumar que tenían que contestar preguntas. Todos miran a los partidos de la mayoría, porque Sánchez no puede seguir sin ellos.
Y ahí se ha producido un cruce muy tenso entre Gabriel Rufián, líder de ERC, y el presidente, que en algún momento se ha visto totalmente descolocado por las críticas del independentista, tanto que ha lanzado frases claramente no preparadas como calificar de “anécdota” los casos que está teniendo el PSOE, algo que ha sido rápidamente aprovechado por otros portavoces de la oposición y que el Gobierno ha tratado de matizar luego porque era una expresión muy desafortunada.
Con Feijóo, Sánchez ha salido a la ofensiva con la corrupción del PP y el “y tú más”; con Abascal, con los casos de Vox y su posible financiación ilegal o sus préstamos de un banco húngaro; pero con Rufián ha parecido mucho más descolocado.
El portavoz de ERC ha sido muy directo. “Ustedes dicen que actúan cuando detectan la corrupción. No, cuando la detecta la UCO. Usted quiere que nosotros nos creamos que usted supo antes de ayer quienes eran Ábalos y Cerdán, con los que compartió miles de horas en viajes por todo el país en un coche. Jure y perjure que no estamos frente a la Gürtel del PSOE, que no va salir un P. Sánchez. La izquierda no puede robar, esta gente sí. No nos hagan escoger entre corruptos cutres y corruptos premium. No nos responsabilicen con lo que va a pasar con este Gobierno. La culpa será del PSOE”, le ha espetado.
Sánchez ha cambiado el tono por completo, desconcertado. “Lo que voy a hacer es lo que estoy haciendo: actuar cuando hay un caso de corrupción. Tolerancia cero y defender la acción de este Gobierno de coalición progresista”. “No acepto que haga usted de la anécdota una categoría. La izquierda no es corrupta”, se ha quejado el presidente, visiblemente afectado por una situación política muy difícil de controlar, en la que hoy tiene una decisiva ronda de partidos que incluye al propio Rufián, que ha pedido incluso que no haya fotografía, o a Bildu.
El Gobierno empieza a trasladar preocupación con la actitud de los socios, cada vez más inquietos ante la posibilidad de que aparezcan más escándalos. Pero en privado, aseguran en el Ejecutivo, todos siguen trasladando que no quieren elecciones y por tanto confían en poder reconducir la situación después, eso sí, de atravesar un largo infierno en las próximas semanas, en las que se prevé un goteo de revelaciones con las grabaciones de Koldo García como grandes protagonistas.
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