El 2024 no fue un buen año para el sector del lujo en general (moda, coches, alcohol…). El gasto prácticamente se congeló debido al descenso de la demanda en China y al aumento de los precios de las marcas. Algo que han notado las principales firmas con caídas en su facturación y cotización. Y las perspectivas para 2025 no son halagüeñas, ya que la guerra arancelaria amenaza con prolongar la caída en la demanda de bolsos y relojes de alta gama.
“Los consumidores globales de lujo redujeron ligeramente su consumo de artículos discrecionales por la incertidumbre macroeconómica y la continua subida de precios por parte de las marcas”, señala un estudio de la consultora Bain&Company y la asociación comercial de fabricantes italianos de artículos de lujo Altagamma.
Como resultado, el mercado de artículos personales de lujo se redujo a 363.000 millones de euros en 2024, lo que supuso un descenso del 2% en comparación con 2023, según este informe. En conjunto, el gasto mundial en lujo alcanzó los 1,48 billones de euros en 2024, manteniéndose relativamente plano en comparación con 2023.
China mostró un descenso del gasto del 20% debido a la caída del gasto interno por la falta de confianza de los consumidores y a las salidas de turistas chinos a zonas cercanas y a Europa. Un dato que está detrás de este pánico en la industria del lujo.
“El sector cae porque en China el consumo de lujo ha descendido en general y hay un cambio aparente en el patrón del consumidor”, explica Javier Rovira, director de innovación de ESIC Business & Marketing School.
Y eso, a su vez, lo han notado las empresas de lujo, que han presentado peores resultados y caídas en su cotización. Las cuentas de Moët Hennessy Louis Vuitton (LVMH) explican a la perfección lo que ocurre en el sector. El grupo francés facturó 20.311 millones de euros entre enero y marzo de 2025, un 1,9% menos en datos absolutos y un 3% menos en términos orgánicos.
Su división principal, Moda y Cuero, registró una caída de ingresos del 5% interanual, lo que representa una desaceleración de 4 puntos porcentuales con respecto al trimestre anterior.
Tienda de Gucci y Prada en Rusia. Ulf Mauder Europa Press
“Esta desaceleración de 4 puntos porcentuales se debió a una competencia más difícil asociada con el consumidor chino (3 puntos porcentuales de arrastre) y una demanda estadounidense más débil (1 punto porcentual)”, según el análisis de Bank of America (BofA).
Y aquí, la guerra de aranceles orquestada por EEUU también ha entrado en escena, especialmente la que libra con China. Los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos se sitúan ahora en el 145%. China, en respuesta, aumentó los suyos sobre las importaciones estadounidenses al 125%.
Esta batalla genera una incertidumbre que ha llevado a recortar las previsiones de crecimiento en toda la industria y ha encendido algunas alertas, más allá incluso del sector de moda de alto standing.
En este sentido, LVMH ha advertido de indicios de debilidad en los sectores de belleza, vinos y licores tras los aranceles estadounidenses anunciados el 2 de abril. El conglomerado francés es un buen termómetro para saber lo que ocurre en el mercado, ya que posee marcas en seis sectores distintos del lujo, como Christian Dior (perfumes), Louis Vuitton (marroquinería), Tiffany (joyería) y Moët & Chandon (bebidas).
Sin embargo, para algunos expertos esta guerra comercial tiene, de momento, un impacto relativo. “En el sector del lujo, el tema del dinero y el coste no es un tema importante. Es decir, quien tiene 50.000 euros para gastar en un reloj, tiene 55.000”, señala Rovira.
Aunque también matiza que “eso no quiere decir que en el corto plazo la gente no se asuste” o que a largo plazo los efectos sean mayores.
Lo cierto es que donde ya se nota el impacto arancelario es en los mercados bursátiles. Las caídas que registran los gigantes europeos del lujo desde el pasado 2 de abril –cuando el presidente de EEUU anunció sus aranceles recíprocos- alcanzan el 17%.
Ese es el descenso acumulado por Salvatore Ferragamo. LVMH cede un 14%; Kering, un 14,1%; Hermés, un 3,75%; Richemont, un 12%; Burberry, un 14,5% y Prada, un 13%.
Los mencionados recortes han agravado las caídas anuales que ya sufrían estas compañías. La mayor pérdida bursátil de todas ellas es la de Burberry. Es del 32,2%. El descenso anual de Salvatore Ferragamo se acerca al 26% y el de Hugo Boss, al 24%. Sólo Hermés, que sube un 0,6%, y Moncler, que avanza un 6,4%, se libran de las bajadas en 2025.
De esta forma, el rojo se extiende por todo el sector y da al traste con las expectativas de recuperación con las que se había dado inicio al ejercicio. Y dificulta, a pesar de que todavía quedan ocho meses para que termine el año, la mejoría bursátil.
Más bien todo lo contrario, 2025 se perfila como otro año de caídas. Aunque el comportamiento de las empresas del lujo fue bastante heterogéneo en 2023 y 2024, en ambos ejercicios predominaron las pérdidas bursátiles. De hecho, algunas de ellas enlazaron dos bajadas anuales consecutivas.
Kering cedió un 40,3% en 2024 y un 16% en 2023. Salvatore Ferragamo perdió un 44,6% y un 26%. La caída de Burberry superó el 30% en ambos ejercicios. La sangría bursátil provocó que el pasado septiembre la compañía británica fuera expulsada del índice principal de la Bolsa de Londres, el FTSE 100, tras haber formado parte de él durante 15 años.
Y en pleno declive del sector, la casa de moda Prada anunció hace unos días la compra del 100% de Versace a Capri por 1.250 millones de euros. La fusión de ambas firmas creará un grupo de lujo italiano con una facturación de más de 6.000 millones de euros.
Se trata de una compra con doble lectura. No sólo se busca recuperar el esplendor perdido por la moda italiana y hacer frente a LVMH y Kering (propietario de Gucci, Saint Laurent o Balenciaga), sino que también pretenden luchar contra un sector que se tambalea uniendo dos empresas que tampoco están en su mejor momento en términos económicos y creativos.
Antes de cerrar la compra, el grupo estadounidense Capri registró pérdidas de 529 millones de euros entre octubre y diciembre de 2024, tercer trimestre fiscal para la empresa. Su cifra de negocio fue de 1.219 millones de euros, un 11,6% menos. La mayor caída se la llevó Versace, con una reducción de ingresos del 15%, hasta los 186 millones de euros.
Lo que demuestra que Versace ha tenido un rendimiento inferior al del sector desde principios de 2023, debido a errores de posicionamiento, surtido y precios en Capri. Por lo tanto, “afrontar la recuperación de una marca con bajo rendimiento, aunque icónica, no será tarea fácil para Prada”, detalla Bank of America.
A eso hay que sumar que, tal y como recuerda la institución financiera, el acuerdo se produce en un momento de incertidumbre en el sector del lujo, ya que “los datos globales de la industria se están ralentizando secuencialmente” y la confianza y las perspectivas se ven “afectadas negativamente por las noticias sobre aranceles estadounidenses”.
Precisamente por ello, Rovira cree que la compra “es un movimiento en el que Versace vuelve a manos italianas y se refuerza la presencia de Prada a nivel internacional para tener un grupo más potente”. No obstante, para este experto “el éxito también va a depender de que mantenga la personalidad de cada una de sus marcas”. Algo que, dadas las circunstancias geopolíticas, parece lo más sencillo de conseguir.
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