En medio de enormes turbulencias comerciales, y sin llamada salvadora a la vista entre Washington y Pekín, el presidente chino, Xi Jinping, ha arrancado este lunes una gira regional por el sudeste asiático en la que visitará Vietnam, Malasia y Camboya. “No hay ganadores en las guerras comerciales y arancelarias, y el proteccionismo no va a funcionar”, ha expresado el mandatario chino en una tribuna publicada este lunes en Nhan Dan, el diario del Partido Comunista de Vietnam, que ha coincidido con su llegada a Hanói. Con este viaje ―el primero de Xi al extranjero en lo que va de año―, China busca intensificar los lazos diplomáticos y económicos con los vecinos del sudeste de Asia en un momento en el que el zapatazo tarifario del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto patas arriba el tablero geopolítico, y abierto un periodo de rediseño de estrategias y alianzas globales.
El mensaje es casi calcado al que pronunció el líder chino durante su encuentro, el viernes, con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en Pekín: un nuevo recado para la Administración del magnate republicano, aunque sin citarla de forma expresa, después de que esta haya levantado un gigantesco muro con aranceles del 145% a la importación de productos chinos.
Las autoridades comunistas, que han replicado con tarifas del 125% a la entrada de bienes estadounidenses, valoraron el domingo como un “pequeño paso” la decisión de Estados Unidos de decretar una exención temporal para teléfonos móviles, componentes de ordenador y semiconductores. Pero insistieron en que la Casa Blanca debe corregir “su práctica errónea” y cancelar “por completo” los gravámenes.
Washington aclaró también el domingo que estos productos ―que conforman la principal partida de importaciones desde el gigante asiático― tendrán un impuesto específico en aduanas, pero no ha revelado de momento la cifra. El giro ha sido percibido por lo general en China como un primer éxito parcial en su estrategia de resistencia.
“China y Vietnam son dos vecinos socialistas amistosos con ideales y creencias comunes”, ha destacado Xi en la tribuna. También ha hecho un llamamiento al fortalecimiento de la cooperación de las cadenas industriales y de suministro, y a la intensificación de lazos empresariales y de inversiones.
Vietnam es en estos momentos uno de esos puntos que cortejan numerosas capitales de Oriente y Occidente. Sánchez recaló allí un par de días antes de dar el salto a Pekín, también en busca de oportunidades. El expresidente estadounidense Joe Biden estuvo de visita en 2023; poco después, lo haría Xi: esta es su segunda estancia en 18 meses, lo que da cuenta de la importancia que le confiere.
La República Socialista de Vietnam se ha convertido en una de las economías más vibrantes del planeta. El PIB creció por encima del 7% en 2024, impulsado por las exportaciones de manufacturas y el flujo de inversiones extranjeras hacia el país. China es el principal origen de lo que importa, y Estados Unidos el primer mercado de destino. Poco a poco, ha ido creciendo su importancia como sustituto manufacturero de China y, junto a México, ha sido uno de los grandes beneficiados del cambio en las cadenas de suministro globales de los últimos tiempos, en ese cambio fraguado para sortear los aranceles impuestos a Pekín durante el primer mandato de Trump.
Con estas credenciales, ha sentido con fuerza, junto a otros países de Asia, la nueva furia arancelaria de Trump: el “Día de la Liberación” ―como llamó el republicano al 2 de abril― fue golpeada con gravámenes del 46%, aunque estos fueron pausados la semana pasada durante 90 días.
Xi ha arrancado su visita jugando la carta de la afinidad ideológica y ha loado el trabajo del Partido Comunista vietnamita en la mejora del nivel de vida, la “creciente influencia internacional” del país y “los logros en la modernización”, según ha asegurado en un discurso escrito a la llegada al aeropuerto de Hanói recogido en los medios estatales chinos. “Creemos que bajo la firme dirección del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, [el país] podrá seguir el camino del socialismo en consonancia con sus condiciones nacionales”.
Xi tiene previsto firmar en Vietnam unos 40 acuerdos en distintos sectores, según la agencia Reuters, antes de seguir el viaje el martes hacia Malasia y Camboya. En otro artículo publicado también en los medios estatales, el máximo líder vietnamita, el secretario general del Partido Comunista, To Lam, ha instado a mejorar la cooperación en campos como la diplomacia, la defensa nacional y la seguridad, “dando la máxima prioridad” al desarrollo de varias líneas ferroviarias que tienen previsto conectar ambos países.
A pesar de la proximidad, hay campos en los que Pekín y Hanói mantienen cierta distancia. Vietnam ha impuesto medidas proteccionistas frente a algunos productos de acero chinos, y, para lograr disminuir los aranceles de Trump, negocia concesiones a Estados Unidos que podrían irritar a China, como el despliegue de los servicios de comunicación satelitales Starlink, del magnate Elon Musk, uno de los hombres más cercanos al mandatario republicano.
Camboya y Malasia se enfrentan también a la amenaza de aranceles estadounidenses del 49% y el 24%, respectivamente, y forman parte del contingente de países que se ha puesto en contacto con la Casa Blanca para negociar una reducción durante la tregua parcial de 90 días. Xi visitó estos países hace 12 y 9 años, respectivamente.
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